Publicado 15/03/2018 08:00

Antonio Casado.- Estrasburgo abre la veda

MADRID, 15 Mar. (OTR/PRESS) -

A propósito del tirón de orejas del Tribunal de Estrasburgo al Estado español por considerar conducta delictiva la quema de fotografías del Rey de España, perpetrada por dos activistas del independentismo catalán, un periódico de difusión nacional sostenía este miércoles en línea editorial que las instituciones democráticas "deben estar abiertas al debate y a la crítica".

Nada tan entrado en razón como esa profesión de fe en uno de los derechos fundamentales sobre los que se asienta el sistema. Viva la libertad de expresión y la libertad de difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción", que son precisamente los términos del compromiso constitucional del Reino de España con ese pilar de la convivencia democrática ( artículo 20 de la CE).

Según el citado tribunal europeo, esa libertad, bien protegida en los marcos legales de nuestro entorno, alcanza a "informaciones" e "ideas" que pueden ofender o molestar. Y eso sigue siendo razonable al ejercicio de un derecho fundamental.

De acuerdo. Lo que no se entiende es que la sentencia de Estrasburgo no diga ni media palabra sobre los límites que van cosidos al ejercicio de ese y de cualquier otro derecho fundamental. En nuestro ordenamiento jurídico y en el de cualquier otro país europeo. Los de fondo (menoscabar el ejercicio de otros derechos) y los de forma (de carácter reglamentario).

Olvidar esos límites, o hacer como si no existieran, es abrir la veda para que la injuria, la calumnia, el menosprecio a personas o instituciones, la incitación al odio, la falta de respeto a los símbolos de una Nación o los ataques al honor de terceras personas, sean comportamientos generalizados en nombre de la libertad de expresión.

Me refiero al efecto llamada de esta sentencia, que puede funcionar como una invitación a repetir esas conductas. Véase lo ocurrido en Bañolas (Gerona) a las pocas horas de conocerse el pronunciamiento del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos.

¿Alguien se extrañaría que, por el mismo precio, los fanáticos que están al otro lado de la barricada hicieran lo propio con los respetables símbolos del catalanismo?

Pues, no. Nadie se extrañaría de que muchos hubieran descifrado la sentencia de Estrasburgo como una especie de barra libre para injuriar. Licencia para herir la sensibilidad de quienes se sienten emocionalmente identificados con un símbolo o con una figura representativa ¿Y eso que tendría que ver con la libertad de expresión?