Publicado 08/02/2018 08:00

Antonio Casado.- Tanteos

MADRID, 8 Feb. (OTR/PRESS) -

La reciente encuesta del CIS y la primera sesión parlamentaria de control al Gobierno son referentes inmediatos de una actualidad política aún esclava del conflicto catalán. Se apuntan algunas tendencias de la política nacional para las semanas y meses venideros. De momento, solo tanteos.

Confirma el barómetro oficial que la España de las cuatro esquinas (PP, PSOE, Cs y Ps) ha venido para quedarse. Con tres partidos constitucionalistas a la greña y un cuarto, el de Iglesias Turrión, con singular insistencia por ubicarse en el gallinero de la política.

Especial seguimiento merece la pugna por la hegemonía en el espacio del centro-derecha. Lucha por el poder pura y dura, no ideológica, como denuncia Pedro Sánchez, líder del PSOE, cuando se refiere a la agresividad del choque, con implicación personal de Rajoy y Rivera, que no pierden ocasión de tirarse a la yugular, a pesar de su hermanamiento ideológico.

La sesión de control en el Congreso también dio pistas sobre los respectivos argumentarios:

Margarita Robles fue la voz de los socialistas al servicio de un principio clásico de la izquierda: la igualdad. De ahí su reproche al Gobierno por no haber hecho nada, a pesar de un compromiso anterior, por reducir las distintas brechas salariales (no solo la de hombre-mujer). Horas antes, su secretario general había explicado al grupo que la lucha contra la desigualdad será una de las tres patas de su programa legislativo (las otras dos, recuperación económica y regeneración democrática).

En la rentrée parlamentaria, Ciudadanos arremetió contra el Gobierno por supuesto desvío de fondos públicos hacia la causa independentista. El líder del partido, Albert Rivera, reprochó a Rajoy no haber hecho lo suficiente para impedir que parte de los fondos del FLA hayan acabado financiando el referéndum del 1 de octubre. El presidente lo negó pero aprovechó para devolverle el hachazo. Acusó a Rivera de equivocarse de adversario, por su preeminente hostilidad contra el PP y no contra los verdaderos causantes del conflicto entre la Generalitat y el Estado.

Por su parte, Podemos eligió la corrupción como elemento de crítica al Gobierno. Lo tenía fácil. Solo tuvo que hurgar en la herida del PP, cuyas siglas aparecen asociadas a numerosos casos de corrupción. Sin aportar nada nuevo. De hecho, tuvo que recurrir a la hemeroteca como pedrada política, corriendo el riesgo de que Rajoy también la hubiera utilizado para recordarle que tiene que hacer contorsionismo antes de pronunciar la palabra España, o que en su día elogio la lucidez de ETA por darse cuenta de que a partir de 1978 el poder siguió en las mismas manos.