Publicado 21/01/2018 08:00

Carmen Tomás.- Los pensionistas, en la calle

MADRID (OTR/PRESS)

Recuerdo cuando hace años los políticos nos prometieron que nunca harían política con los pensionistas y las pensiones. Entonces fue cuando se creó la comisión del Pacto de Toledo, donde se discutirían y aprobarían por consenso las reformas que se consideraran necesarias para que el sistema público de pensiones resistiera los embates de la inflación, empleo, demografía y esperanza de vida. Creo que no me equivoco si digo que nunca se ha cumplido. Los partidos políticos siempre han tenido la tentación y lo han hecho de "utilizar" a los pensionistas, siempre claro en épocas cercanas a unas elecciones. Son ya más de 9 millones de potenciales votantes, así que hay que tenerles contentos y contarles lo que quieren oír, a los que ya son pensionistas, pero también a los ciudadanos que algún día serán pensionistas.

Esta semana es un exponente de la demagogia que se puede hacer con este asunto. No sólo les han dicho que han perdido poder adquisitivo, cuando en el conjunto de los últimos cuatro años, las estadísticas dicen que apenas ha sido de 0,1%. Es que tanto el PSOE como Podemos le han presentado a los pensionistas un cuadro muy negativo, pero que ellos saben cómo solucionarlo. Y así han visto la luz dos propuestas que nada tienen que ver con el sistema de pensiones y que, por supuesto, de ninguna manera abordan el problema de fondo. Subir los impuestos a los bancos, porque antes fueron rescatados por los ciudadanos, no sólo no arregla nada, si se pusiera en marcha, sino que empeoraría las cosas. Más impuestos es igual a menos inversión, menos ahorro, más paro, menos cotizantes. Ya no digamos si nos centramos en la propuesta de Iglesias que serviría para todo: pensiones, dependencia, sanidad... Vamos la purga de Benito, el bálsamo de fierabrás... No es creíble.

Las propuestas de la ministra de Empleo, al menos tienen que ver con el sistema de pensiones. No pretenden atajar el problema de fondo, aunque sí solucionar puntualmente algunas disfunciones. Tampoco van al fondo. Y es a donde hay que llegar, porque las costuras están al límite y únicamente con más empleo no se va a solucionar. A ver si dejan de meter las zarpas y en el Pacto de Toledo se lo toman en serio todos los componentes y ofrecen a la sociedad una solución coherente y sostenible en el tiempo.