Actualizado 05/01/2018 11:39

Charo Zarzalejos.- El plan de los planes

MADRID, 5 Ene. (OTR/PRESS) -

Ha sido el diputado Rufián el que ha anunciado que el plan A es Carles Puigdemont. Oriol Junqueras, seria el plan B. A unos cuantos kilómetros de distancia, en Bruselas, el que todavía se considera president legitimo de Cataluña se ha reunido con gentes de la CUP y de ERC. Del encuentro no ha salido un acuerdo. De momento, todo parece indicar que Puigdemont está dispuesto a tensar la cuerda todo lo posible. La CUP, tira de la suya: hay unilateralidad, o nada.

Si nos retrotraemos unos pocos meses, comprobaremos como esto de estirar la cuerda se les da muy bien a los partidos independentistas. Tiran de la cuerda y llegan al abismo y cuando se han instalado en él; es decir en el reto al Estado, ocurre lo que ocurre. Que el Estado se defiende, que la Justicia actúa y que, al final de los finales, ni independencia ni Republica. Solo el vacío.

Ahora vuelven a las andadas de lanzarse mutuos órdagos. Los recelos, desencuentros y reproches no explicitados están presidiendo un proceso negociador que nunca nadie pensó fuera a ser fácil. Toda pugna por el poder conlleva, a veces, incluso una pizca de crueldad pero algo debe tener, el poder, se entiende, que cuando se toca con los dedos acaba diluyendo cualquier desencuentro.

Hay un plan A y un plan B. Ambos igual de fantasiosos porque tanto Puigdemont como Junqueras tienen por delante un futuro, cuando menos, extremadamente incierto. Su suerte política, al final, está en manos de los tribunales que, tarde o temprano, dictará su veredicto final.

La fantasía ha presidido la acción política en Cataluña. Una fantasía muy cara y al final dolorosa para todos. Parece que de igual la realidad. En realidad nunca les ha pesado demasiado. En cualquier caso y aunque Ciudadanos ha sido la fuerza ganadora de las recientes elecciones, lo cierto es que solo los independentistas tienen opción de gobernar. Y el gobernar es el plan de todos los planes.

Somos muchos los que pensamos que bajo ningún concepto dejarán pasar la oportunidad otorgada por las urnas, que no se arriesgarán a unas nuevas elecciones y que al final, después de mucho laberinto y cuando la cuerda penda de un mínimo cabo, surgirá el plan de todos los planes que será el que les permita llegar a un acuerdo que, es verdad, hoy se ve muy difícil. Si este acuerdo no se produce, algunos, entre los que me encuentro, tendremos que rectificar y reconocer que estábamos equivocados y que han podido más las desavenencias y desencuentros que la magia que, al parecer, tiene el poder.

Mientras tanto, y cuando enero comienza a comerse hojas del calendario, la política en general está tan pendiente de Cataluña como el año pasado. Y no es para menos. Lo que ocurra en aquella Comunidad Autónoma condiciona la acción de las fuerzas políticas y sus estrategias a medio plazo. Y todo esto, a su vez, no es indiferente para la marcha de la legislatura nacional.

Si algo van a dejar los Reyes Magos son cargamentos de incertidumbre.