Publicado 27/02/2021 08:01

Fermín Bocos.- Antes de que sea tarde

MADRID, 27 Feb. (OTR/PRESS) -

Nos están volviendo locos. Aunque causa menos muertes y desciende el número de infectados, por desgracia el covid 19 sigue haciendo estragos. El proceso de vacunación todavía va muy despacio y todos los expertos coinciden en que hay que mantener las medidas diseñadas para alejar las ocasiones de contagio con restricciones a la movilidad, limitación de aforos y reducciones de horarios.

La trágica experiencia del último año -más de ochenta mil muertos y tres millones de infectados- indica que cualquier actividad colectiva anula o pone en riesgo las medidas de prevención. En esa idea, celebrar una manifestación supondría poner en peligro de contagio a quienes en ella participan. Por eso se disputan a puerta cerrada los encuentros de fútbol, han sido suspendidas las procesiones de Semana Santa, las fallas en Valencia y los Sanfermines en Pamplona.

Ante semejante panorama cuesta entender por qué desde el Ministerio de Igualdad que dirige la señora Irene Montero se anima a celebrar manifestaciones el próximo 8 de Marzo -Día Internacional de la Mujer- desoyendo la recomendación de la ministra de Sanidad, la señora Carolina Darias.

El grado de irresponsabilidad que delata la titular de Igualdad solo se puede achacar a la ofuscación que provoca el sectarismo ideológico en el que se hallan embarcados los dirigentes del partido Podemos. Convocar manifestaciones a sabiendas de que toda aglomeración multiplica el riesgo de contagio del virus es un acto contrario al interés de los ciudadanos. Pone en peligro la salud de quienes vayan a participar en las concentraciones y, potencialmente, a todos aquellos con quienes posteriormente se relacionen. Es una temeridad que roza lo delictivo.

Hay que recordar que sigue vigente el estado de Alarma-hasta el 9 de mayo- y en razón de ese marco legal lo suyo sería que antes de que sea demasiado tarde, el presidente del Gobierno tome cartas en el asunto desautorizando a la ministra de Igualdad. Si no lo hace será difícil convencer al personal para que respete las normas y restricciones dictadas para hacer frente a la pandemia. Y cada uno podría hacer lo que le venga en gana.

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