Actualizado 20/06/2018 11:02

Fermín Bocos.- La orfandad del PP

MADRID, 20 Jun. (OTR/PRESS) -

Hace apenas tres semanas el Partido Popular estaba en el Gobierno y tras la aprobación de los Presupuestos creía tener despejado el horizonte de la legislatura. Pero la corrupción les pasó factura en forma de moción de censura. Hoy, tras la renuncia a destiempo de Rajoy -un error estratégico colosal-, éste partido comparece desnortado ante la opinión pública.

Tiene abierto un período de primarias pero trasciende una orfandad de liderazgo que, a mi juicio, va más allá de la interinidad que apareja la víspera del relevo en la cúpula. Una organización que había interiorizado el cesarismo como fórmula para encauzar la sucesión (Fraga encumbró a Aznar y Aznar a Rajoy) de repente, se encuentra jugando con reglas ajenas a la costumbre. La renuncia de Alberto Núñez Feijóo acrece la situación de desconcierto.

El presidente de la Xunta parecía llamado a ser el sucesor pero su retirada desconcierta a los militantes al tiempo que descoloca a quienes siguen en la pugna de las primarias. Feijóo se retira dejando en el aire el aroma que acompaña a todas las decisiones contrarias al pronóstico general. Al retirarse de la contienda interna arroja luz sobre cómo debe ver por dentro al partido. Un líder sobrio y sosegado, cualidades que tiene acreditadas, al renunciar a la pelea demuestra una vez más su inteligencia. ¿Para qué meterse en el avispero madrileño a dirigir desde la oposición a un partido herido como está el PP cuando en Galicia disfruta de mayoría absoluta en el Parlamento autonómico y es el presidente de la Xunta? Deja que sean otros quienes hagan suyo el trabajo de Hércules que les aguarda.

Porque, sea quien sea la elegida (De Cospedal, Sáenz de Santamaría) o el elegido (Casado, García Margallo o Bauzá) tendrán enfrente a un Pedro Sánchez elevado al pedestal de La Moncloa. Decidido -lo dijo ayer en su primera entrevista- a agotar la legislatura llegando hasta 2020 y gozando de la ventajas que otorga presidir el Gobierno de España. Entre otras y no menor, un cambio en la percepción de su imagen por parte de algunos medios de comunicación que hace tres semanas le consideraban un perdedor. Idea en parte inducida por el resultado de las encuestas. Ahora las cosas han cambiado. Quien, por fin, se haga cargo de la presidencia del PP empezará a experimentar vacíos mediáticos y bosques de espaldas por parte de quienes hasta hace menos de un mes eran sus propagandistas en tertulias y columnas. Las reorientaciones de antena tendrán reflejo en la opinión publicada y en la pública de la que a su vez se harán eco las encuestas. De antiguo se sabe que la derrota es huérfana. Le aguarda un calvario.

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