Actualizado 04/03/2021 10:50

Fermín Bocos.- La trompeta y las campanas

MADRID, 4 Mar. (OTR/PRESS) -

Para quien triunfó en la política y conoció días de gloria es difícil no caer en la tentación de creer que porque una vez la tuvo, sigue teniendo razón.

El ex presidente José María Aznar anda estos días celebrando el vigesimoquinto aniversario de la primera victoria del PP en unas elecciones legislativas y lo hace contando la historia a su manera. Ni admite errores, ni dice saber nada de los episodios de corrupción larvados durante su mandato.

Aznar ha vuelto con un relato y un discurso que está creando evidente incomodidad a Pablo Casado. En un encuentro reciente Aznar dijo lo que quería decir y Casado parece que se lo pensó dos veces antes de replicar a su antiguo mentor. Para no decirle abiertamente que el tiempo de hoy no es el mismo de ayer acuñó una metáfora que de manera anfibológica anunciaba lo contrario de lo que había hecho Aznar :"Ya no vale tocar la corneta y decirle al partido vamos hacia allá, hacia la centralidad. Ahora hay que tocar la campana y conseguir que la mayoría silenciosa vuelva al PP y vea en él la centralidad".

A quien se le ocurrió conmemorar el aniversario de la victoria del 96 no cayó en la idea de que el PP actual no está para fiestas y menos que nadie su presidente porque hereda una mochila judicial de casos de corrupción que lastran su mandato sin que haya tenido responsabilidad personal en ninguno de ellos. Hace un cuarto de siglo el PP tenía a su favor que era el PSOE quien cargaba con el peso de la corrupción. Ahora es al PP a quien lastran las sentencias judiciales.

Casado está rodeado de un equipo de menor consistencia política del que en su día acompañó a Aznar y tiene, además, un competidor en Vox -con lo que el partido de Abascal tiene de escisión simbólica del PP-, que en su día no tuvo Aznar. Tengo para mí que, en las actuales circunstancias, el mejor favor que le podría hacer Aznar a su partido es no enredar dejándose querer por los medios que le permiten explayarse sobre sus días de gloria. Casado lo tiene mucho peor que él en el 96. Con la derecha dividida en tres, Pedro Sánchez podría jubilarse en La Moncloa.

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