Publicado 23/05/2020 08:00

Fernando Jáuregui.- Nadia no es precisamente nadie. Y otros lastres

MADRID, 23 May. (OTR/PRESS) -

Pensar que Nadia no es nadie, que es alguien a quien se puede ningunear por ser persona con buenas formas, es un error, como se ha visto. Y no es un juego de palabras más: cuando la gente toma a chacota la acción o inacción del Gobierno y convierte a los ministros en pareados o malas rimas, cuando el espacio virtual está recorrido por bromitas como que Lastra es un lastre, es decir, cuando te frivolizan la trayectoria, algo va a pasar. O el Gobierno se hace fuerte en el país de cuchufleta o, quizá más probablemente, el andamiaje gubernamental se acabará viniendo abajo con estrépito. Más pronto que tarde. Que eso que dice el señor Sánchez de que la Legislatura va a durar cuatro años es una apuesta, ejem, un tanto arriesgada, me parece.

Las diecisiete semanas y dos días que lleva funcionando este primer Gobierno de coalición formado en casi un siglo de Historia española han sido pródigos, es la verdad, en acontecimientos pintorescos. Casi siempre protagonizados por los roces entre las 'dos almas' coexistentes en el Ejecutivo: las 'capillitas de Iglesias' frente a otras vicepresidentas, que no solamente doña Nadia, que vaya si es alguien. Y luego, francamente, poner en manos lastradas una negociación (nada menos que con Bildu) tan complicada como la reforma laboral, dejando a Yolanda fuera de banda, es, lo siento, como de locos. En algún momento la deslenguada 'portavoza' tenía que montar lo que Rajoy llamaba 'un lío'. A más de un ministro, que no la avaló precisamente, se le ha oído decir que es una catástrofe: el presidente reclamando 'unidad' y ella, a continuación, sacudiendo leña al enemigo, con un discurso, por cierto, bastante, ¿me está usted amenazando?, pedestre.

Así, con la ciudadanía riéndose de las cosas que dicen Mascar-Illa y Siseñor-Món, hoy una cosa y mañana otra, no se cimentan ni la confianza ciudadana ni la seguridad sanitaria. Y de la seguridad económica ya ni hablemos, que no solamente Garamendi, sino ya hasta el prudente Amor, que sabe que no es amado precisamente en Moncloa, se rasga las vestiduras: trescientos mil autónomos van a caer en cuestión de semanas. Por ejemplo.

Ahora, a saber si toda esta insoportable levedad del ser va a servir para consagrar el circo, porque los espectadores, aun a ritmo de cacerolas, se ríen mucho con el espectáculo, o, por el contrario, ya digo, para hundir el tinglado, porque el personal, asustado por los bandazos de los diversos timoneles, se desespera ante tanta violación a las leyes de las hemerotecas y del sentido común. ¿Cuál es el destino del Gobierno cuatrimesino? ¿Llegar hasta otoño, y luego lo que sea, completando nueve meses? Un parto difícil, el parto de los montes, que hay mucho Montero en este elenco algo montaraz. Y no, desgraciadamente no estoy de coña, haciendo malos jueguecitos de palabras, que no creas que porque canto tengo el corazón contento, que estoy hasta, etcétera.