Publicado 24/02/2021 08:03

Fernando Jáuregui.- El Rey habló, al fin, del Rey

MADRID, 24 Feb. (OTR/PRESS) -

Conteníamos todos la respiración cuando Felipe VI comenzó a hablar en el Congreso durante el acto conmemorativo -es un decir_del 40 aniversario del intento de golpe del 23-f: ¿hablaría el Rey de su padre, del papel que tuvo a la hora de desmontar aquella increíblemente loca intentona? Sí, claro. Como era lógico, se refirió, con cierta frialdad cierto es, a aquel discurso en la noche de pesadilla que, según todos los testimonios e indicios, dio la vuelta a una situación que se estaba poniendo peligrosísima, dadas las características de las huestes que seguían al fanático Tejero.

Era un acto algo surrealista el organizado este martes en la Cámara Baja por su presidenta, Meritxell Batet. Digo surrealista, que es el peor epíteto que puede ponerse a la política, porque nadie parecía saber muy bien de qué iba aquello: el héroe de aquella jornada de 1981 estaba ausente, muy lejos y ni siquiera oficialmente invitado; algunos de los presentes abominaban del papel de un Rey, el emérito, al que no querían 'lavar la cara' recordando su epopeya frente a la 'tejerada' (por simplificar). Y el propio presidente del acto, Felipe VI, se veía claramente en una situación incómoda, teniendo obviamente que ensalzar lo realizado entonces por su padre, pero, eso sí, sin exagerar, porque también era obvia su contención al hablar de lo que hizo su antecesor en la Jefatura del Estado en aquella noche increíble. Ni las relaciones son buenas ni la ocasión, al parecer, propicia.

Fue un acto, en suma, frío, que sirvió para evidenciar las distancias con el Monarca de un Pablo Iglesias que no aplaudió el discurso de Don Felipe y se fue, dicen, precipitadamente -ni las limitaciones de espacio ni la absurda cobertura televisiva institucional permitieron ver esos detalles periodísticos, que son la sal de las crónicas--. Ni pudimos ver si había aproximación entre Pero Sánchez y Pablo Casado precisamente en momentos en los que ambos están negociando la concreción de pactos verdaderamente importantes para el Estado. Para colmo, fue un pretexto para que nacionalistas, separatistas y republicanos diesen un nuevo portazo a la institucionalidad, lo cual es casi decir al sistema. Casi.

El Congreso no está para conmemoraciones que no tienen explicación, sino para deliberaciones sobre proyectos legales de alcance, para el debate político de altura. Apañados iremos si trasladamos al Legislativo los trucos de imagen que pueblan ya el Ejecutivo, mientras que nadie parece saber qué acabará ocurriendo finalmente con el Judicial. Montesquieu redivivo hubiese, este martes, sufrido un síncope, sin duda. Bueno, menos mal que el Rey, el buen Rey que es Felipe VI, habló, tras casi un año sin pronunciar su nombre, del Rey, del buen Rey que fue, hasta su extravío, Juan Carlos I. Pero al menos a mí creo que me deben aún una explicación de por qué el emérito no estaba este martes allí.

fjauregui@educa2020.es