Actualizado 03/10/2018 08:01

No te va a gustar.- 1934

MADRID, 3 Oct. (OTR/PRESS) -

Que dice José María Aznar que hay cosas en las que parece que caminamos hacia una situación semejante a la que España vivió en 1934. Insigne barbaridad, aunque provenga de figura tan respetable como la de un ex presidente del Gobierno. No me voy a detener siquiera en argumentar semejanzas y diferencias; esto, a pesar de Torra y de algunos comentaristas presuntamente politólogos e historiadores de la neblina, nada tiene que ver con la situación 'preguerracivilista' de hace casi tres cuartos de siglo. Incluso he escuchado a un colega, por lo demás muy querido, afirmar en una radio que, ante lo que ocurre en Cataluña, su héroe es el general Batet, aquel militar que, precisamente en el 34, bombardeó la Generalitat tras la declaración del Estat Catalá por Companys. Bombas hubo, aunque fuesen con carga hueca; muertos también hubo, que las bombas las carga el diablo.

Que alguno, con deseos de tirar la piedra más lejos de la realidad que nadie, llevándose el porcentaje correspondiente de notoriedad, hable de que estamos como cuando se quemaban iglesias y se tiroteaba a mineros asturianos, pase, qué le vamos a hacer. Aunque a mí me duele que nos traslademos a parajes tan distintos como aquellos que a la postre nos llevaron a una sangrienta confrontación civil entre hermanos. Pero que venga nada menos que alguien que gobernó a los españoles durante ocho años a sugerir, no sé si solamente para que los titulares escandalosos vendan su libro, que estamos de regreso a una de las épocas más nefastas de nuestra Historia, me parece excepcionalmente grave. Y, si así fuere --que no es--, algo de responsabilidad habrían tenido en este viaje al pasado no solo el actual y el anterior presidente del Gobierno, que es quizá el hombre más odiado por Aznar; serían muchos más, Aznar incluido, quienes hubieran propiciado el desastre, que un desastre es algo que no se logra así como así, de un día para otro.

En España, a ambos lados del Ebro, tanto de la parte catalana como del resto, se está produciendo, merced sobre todo a la irracionalidad de Torra y de su mentor en Waterloo, una indudable involución. Incluso la palabra 'diálogo' se ve ya como sospechosa de entreguismo, de 'colaboracionismo '--también lo he escuchado en boca de alguien a quien respeto: el Gobierno de Pedro Sánchez es 'colaboracionista' con el independentismo; también me parece una salida injusta, una demasía--. Estamos en el palo a secas, y no en el palo y la zanahoria, como correspondería a un espíritu negociador. Nada: garrotazo y tentetieso a quien piensa diferente..

Y, mientras, aprovechando la debilidad que el propio Gobierno central expresa sintiéndose 'rodeado' y la que la Generalitat evidencia, perdiendo la calle a la que el propio molt honorable president enardece de manera irresponsable, la guerrilla urbana de los CDR y de la CUP en general actúa casi a placer, poniendo a Cataluña al borde del colapso. Nada bueno saldrá de todo esto, ni en lo económico, ni en lo social, ni en la imagen de Cataluña ni en la del resto de España. Eso, si un día no se produce un muerto en las calles de Barcelona o de otra ciudad catalana.

Este, sin duda, no es el camino. El de Companys, encarcelado por la República y fusilado por Franco, tampoco. El de Batet, bombardeando en Barcelona por orden de la República y también fusilado por Franco, menos. A ver si nos aclaramos: así, simplemente, no podemos seguir. Precisamente porque 'de aquello' van a cumplirse 75 años y la Historia, esta vez, se repetiría como una farsa, pero quizá también como una tragedia. Una farsa trágica, lo peor.