Publicado 04/04/2018 08:00

No te va a gustar.- Tanto va el cántaro a Cifuentes...

MADRID, (OTR/PRESS)

Hay muchas cosas que se me escapan, pero otras las tengo bien claras: ignoro, por ejemplo, si hubo fraude en el famoso 'master' de Cristina Cifuentes ni, si lo hubo, hasta qué punto, porque hasta el más lerdo sabe que, en cuanto a titulitis y curriculum, todos somos, quizá, un punto fantasiosos. Y hay algún 'master' que, en realidad, solamente sirve para colgar en las paredes y ser admirado por personas que desconocen lo que tal título vale: nada. Algo que, en el caso de ese centro en cuestión, y en aquellos momentos, dominados por un rector que tuvo que marcharse por haber sido pillado 'in fraganti' copiando de otros los trabajos científicos que él firmaba, ha de incluirse en el marco de este 'affaire', que es político más que académico y chusco más que corrupto.

Hace tiempo que conozco a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, todo un avance respecto de algunos de sus antecesores en el cargo. Creo que ha realizado una bastante buena labor en su trayectoria autonómica, que nos hizo olvidar algunas trapisondas de Esperanza Aguirre y de Alberto Ruiz Gallardón, cuyas carreras en el poder analizará, sin duda, la Historia inmediata. Pero resulta muy difícil sobrevivir al clima envenenado que rodea a la política madrileña, en general, y al Ayuntamiento y a la Comunidad en particular. En Madrid, la política del PP ha estado plena de corruptelas, de prepotencias, de presuntas -ya vemos que no reales_ impunidades; gentes como Ignacio González o Francisco Granados figuran entre lo peor de lo que ha sido la peor, valga la redundancia acumulativa, de la clase política española. Y todavía quedan por aclarar muchos episodios, no solamente de latrocinio puro y duro, sino de fraude político descarado, como el 'tamayazo' que llevó al poder a Aguirre.

Que no digo yo que Cifuentes tenga nada que ver en todo ello, conste. Solo digo que, ante los primeros ataques, que todo el mundo atribuye a 'fuego amigo', Cifuentes ha mostrado que no sabe mantener esa calma, ese control, que tanto ha predicado Mariano Rajoy a los suyos. Antes de este episodio (psuedo)académico, me parece que las instancias del PP ya estaban debatiendo si debían dejar caer a la "peculiar" (para mí, para bien; pero no era esa la opinión unánime en su partido) Cifuentes antes de las decisivas elecciones autonómicas y municipales del año próximo. Con Cifuentes en su actual estado de ánimo, enfrentada a no pocos medios de comunicación, con la hostilidad de la vengativa parte sumergida de su propio partido, y, sobre todo, teniéndose a sí misma como su principal enemiga, ¿cómo ampararla como una opción de futuro?

Lo quiso, aun esforzándose por esconderlo, ser todo en su partido, en el gobierno de la nación: se sentía capacitada para ello, tenía simpatías en amplios sectores, era 'la simpática chica de la coleta con tatuaje'. La Comunidad de Madrid marcha viento en popa desde el punto de vista de la economía, y algo tendrá Cifuentes -pero, sobre todo, la sociedad civil_ en ello. Ignoro si este miércoles llevará a la Asamblea madrileña alguna sorpresa que la exonere de sospechas no de haber robado, prevaricado o malversado, sino de haber colgado en su pared un papel inadecuado. Pero creo que, aunque aparezca con su famoso 'master' bajo el brazo, ya todo ha acabado para ella: la comunicación, esa asignatura pendiente no de doctorado, sino de aprobado, en su partido, la ha arrasado.

Quizá ella, y algunos más, quizá uno mismo, piensen, pensemos, que es injusto lo que le ocurre. Y malo, además, para los intereses de un PP que sabe que, suceda lo que suceda, presente las credenciales que presente, Cifuentes es ya casi una ex. Yo, personalmente, lo siento. Sé que en el PP, donde van a la baja en Cataluña, en Andalucía, en el País Vasco, en Baleares, en Valencia, y ahora en Madrid, han entrado casi en la desesperación a cuenta de un 'caso Cifuentes' que hasta les va a deslucir su famoso Convención de Sevilla el viernes. Pero así es la vida: suma y sigue en el proceso político de Madrid, un puro escándalo sin pausa y sin darnos tregua a los ciudadanos. Y no me refiero solamente al PP, conste.