Publicado 29/01/2018 08:00

La semana política que empieza.- La cuarta 's' de SSdeS: ¿sucesora?

MADRID, (OTR/PRESS)

La decisión algo salomónica del Tribunal Constitucional, impidiendo en el fondo una fantasmagórica sesión del Parlament el próximo martes para elegir desde la distancia a Puigdemont como president de la Generalitat, ha sido, en el fondo, un triunfo algo apurado del Gobierno central. Tras unas horas de pesadilla, en las que su recurso contra la sesión de investidura recibió un zasca del Consejo de Estado, se han salvado los muebles: no habrá espectáculo circense en el Parlament este martes. Puede que, a cambio, haya algo peor, que de momento ni imaginar podemos -siempre, últimamente, viene ocurriendo lo peor-; pero, al menos, investidura como tal no habrá, diseñe la conspiración que diseñe el presidente de la Cámara, Roger Torrent. La 'arquitecta' de la ofensiva gubernamental, Soraya Sáenz de Santamaría, se ha apuntado un tanto. En el último minuto y de penalti discutido, pero ha ganado este partido, que no la Copa: a estas horas, si todo hubiese salido mal, estaría políticamente muerta. Y, en cambio...

En cambio, ella, al frente de esa 'brigada Aranzadi' a veces tan denostada -incluso en medios del propio Gobierno, donde la vicepresidenta tiene no pocos enemigos-, pero tan eficaz, ha sacado a su jefe y, en el fondo, a todos nosotros, del atolladero. De manera coyuntural, que el riesgo del vuelco total sigue ahí, pero al menos hemos ganado unos días para procurar que baje la marea, que amenazaba ya con ahogarnos. Ignoro si Puigdemont forzará su ya caricaturesca imagen de Houdini-trapecista e intentará entrar en España: el propio Gobierno no tiene la menor idea y el ministro del Interior se esfuerza en reforzar fronteras, como si eso fuese a servir de algo. Pero lo que sí tengo claro es que Puigdemont no será, en estos momentos, el nuevo-viejo molt honorable president de la Generalitat. Puede que lo sea una marioneta suya, como por ejemplo la señora Artadi. O Rull. O Turull. O alguien a quien Esquerra designe. Pero no el fugitivo.

A ver, en resumen, con qué nos encontramos este martes de pasión. Pero, en este cuarto de hora, ya digo, haya que lo haya, Soraya. Los editoriales que la condenaron por instar 'precipitadamente' la presentación de un recurso contra la investidura de Puigdemont este domingo se felicitaban por la decisión del Tribunal Constitucional, que no entra en el fondo del recurso gubernamental, pero que en la práctica da la razón a la 'número dos' del Ejecutivo frente a los aspavientos legalistas del Consejo de Estado, al que, por cierto, no le faltaba razón, a mi entender, en las pegas que ponía.

Sáenz de Santamaría, cuyo reciente cambio de 'look' indica, supongo, un nuevo estado de espíritu de combate, es una mujer pugnaz, a quien, al frente de sus abogados del Estado, y en abierta discrepancia con otras instancias en la propia Moncloa, pocas cosas se le ponen por delante. Acaba de colocar a una persona de su confianza, José Luis Ayllón, como responsable nada menos que del Gabinete de Mariano Rajoy, sustituyendo al diplomático Jorge Moragas, que de manera tan poco airosa abandonó el barco presidencial tras la derrota electoral en Cataluña. Equilibra así SSdeS algo las cosas, porque no todo el mundo en el entorno marianista se podría definir como precisamente acérrimo partidario de la vicepresidenta.

Gran parlamentaria, capaz de destrozar dialécticamente a casi cualquier oponente, SSdeS es, sin duda, una figura de valía y, por eso mismo, poco querida en las esclerotizadas filas 'populares' y en una parte del Gobierno que ve en ella una fuerza demasiado arrolladora. Cierto, se ha convertido, o algun@s colaborador@es la han convertido, en una figura poco simpática, lejana de aquella cercanía y frescura de otros tiempos, cuando, portavoz gubernamental, los corrillos con los periodistas la rodeaban los viernes. Pero es el peaje que se paga por ejercer el poder de forma tan absorbente y personalista. Ignoro si, como algunos evalúan, podría ser la sucesora de Rajoy algún día, a pesar de sus muy pocos partidarios en el 'aparato' casi siempre aquiescente del PP. Por ignorar, hasta ignoro si pretende serlo, que me parece que no, porque es realista y sabe que esta partida se está acabando.

Claro que le quedan muchas batallas jurídicas y políticas -ella sí sabe aunar ambos procedimientos_ por dar y por ganar. O por perder. Desde luego, la mediática, por unas u otras razones, la está ganando pese a todo. La política, aún no lo sé, pero me parece que la perderá; todos la acaban perdiendo, hasta Churchill. La jurídica la ganará casi seguro, que a ver quién es el guapo que se enfrenta al 'comando Aranzadi', tan empollón, tan puñetero y togado.

Bueno, veamos lo que ocurre este martes, día en el que, cosas que ocurren, el Rey celebra su medio siglo de vida -qué mala coincidencia con jornada tan potencialmente conflictiva-. Porque podrían pasar muchas cosas. O nada. Todavía. El caso es que SSdeS habrá de seguir cumpliendo su papel de último pararrayos para que Mariano Rajoy trate, como dice que se empeña, de llegar incólume al final de la Legislatura, algo que le va a resultar tan difícil como a Paris salir sin un rasguño de la guerra de Troya. Porque sí, esto es la guerra. Más madera.

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