Publicado 13/05/2018 08:00

Siete días trepidantes.- Amaia, Alfred, Quim, Donald: casi nada

MADRID, 13 May. (OTR/PRESS) -

He de confesar que, en cuarenta y bastantes años de ejercicio profesional, nunca había visto un panorama más enrevesado que el actual, por este orden: Cataluña, resto de España, Europa, Oriente Medio, resto del mundo. Lo pensaba este sábado, repasando la lista de canciones que iban a participar en Eurovisión y documentándome algo sobre la simpática pareja, Amaia y Alfred, que eran la 'contestada' representación de nuestro país en el eurocertamen de la canción, que ha sido sin duda una buena, aunque meliflua, idea para intentar cohesionar al Viejo Continente y sus aledaños. Y para darnos un respiro. Lo que pasa es que los nubarrones pesan ahora más que las canciones, temo.

"Hay más de una manera de querer a España", le respondía la inteligente Amaia a una periodista caracterizada por su 'españolismo' que criticaba algún desviacionismo de la pareja en cuanto a la ortodoxia de su amor a la patria; y todo porque él le regaló a ella una novela del catalán Albert Pla titulada 'España de mierda'. Un título provocativo, claro, de alguien que, como el cantautor, ha declarado cosas como que la independencia de Cataluña está en el puesto ciento noventa y cinco de sus prioridades. No sé por qué, o sí lo sé, el lance con la periodista, y otros comentarios que han surgido a cuenta del regalo de los enamorados eurovisivos, me recordó a aquella frustrada participación de Serrat en el mismo Festival hace cincuenta años, cuando el franquismo le vetó porque quería cantar en catalán.

Hay que ver las cosas que dicen ahora los más fanáticos del independentismo --que, por cierto, son demasiados-- acerca del gran Serrat. Claro que todas estas minucias, en un festival sobre el que pesa la preocupación por los inmigrantes que tapizan el fondo del Mediterráneo y los atentados yihadistas, pasan desapercibidas en la escala de preocupaciones europeas: ni en el puesto 195 de las prioridades de Europa se encuentra el debate acerca de si Cataluña está encauzando bien o mal su 'procés' hacia ninguna parte, como se está pudiendo evidenciar en la demencial forma como se ha organizado esta investidura de alguien tan, ejem, inesperado como Quim Torra. Bueno, ya que estamos, la última encuesta del CIS nos dice que solamente un once por ciento de los españoles considera el catalán como el problema número uno que tiene el país.

Lo único que me consta, y me lo reiteré a mí mismo cuando, hace tres días, participé en una entrevista al presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, en el programa de Carlos Herrera, es que la vieja Europa está enormemente angustiada por cuestiones de mayor fuste: ahí tenemos a Donald Trump --un escalofrío recorre mi espina dorsal cuando escribo este nombre-- despreciando a los 'aliados' europeos en su improcedente desafío a Irán; o a Netanyahu avivando los rescoldos bélicos en Oriente Medio; o a Putin maquinando en las sombras de las ondas; o a Italia a punto de ser gobernada por los 'hooligans' que crecen como setas... Definitivamente, el mundo está en malas manos.

Y es en esto en lo que pensabas cuando te planteabas sentarte en el sillón a ver las miradas limpias de Amaia y Alfred en busca de un poco de desintoxicación tras una semana que, en lo nacional, culminó políticamente con una nueva payasada en el Parlament catalán, que mire usted para lo que ha quedado nada menos que el Legislativo de una de las principales autonomías españolas. Para espectáculos y canciones, prefiero, ya digo, Eurovisión, que al menos nos saca del panorama actual, tan de blanco y negro.