Publicado 17/01/2019 08:02

Francisco Muro de Iscar.- ¿Acostumbrados al escándalo?

MADRID, 17 Ene. (OTR/PRESS) -

La corrupción ha hecho un daño inmenso a la política en España y, lo que es peor, a la calidad de la democracia y a la confianza de los ciudadanos en las instituciones públicas y privadas. Cuando parece que todo se ha acabado y que la Justicia está haciendo su papel -y lo está haciendo con eficacia y dedicación, llevando a muchos políticos delincuentes a la cárcel- y que los ciudadanos empiezan a hacer pagar en las urnas los desmanes, estalla un nuevo caso que pone todo patas arriba. Los Gobiernos del Estado, los de las comunidades autónomas, los partidos... sean del signo que sean, todos bajo sospecha.

El último gran escándalo de ese personaje nefasto que es el comisario Villarejo -que promete tener nuevas entregas de una información repugnante- pone bajo sospecha al Gobierno del presidente Zapatero y algunos de sus más importantes miembros, a la entonces Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), al PSOE, al segundo banco de España, el BBVA y a su anterior presidente, a la Unidad de Delincuencia Económica de la Policía, a la Fiscalía, a una constructora... ¿Qué queda por salir? ¿Por qué guardan silencio casi todos los protagonistas y afectados?

La supuesta conspiración del PSOE y del Gobierno, con una constructora, Sacyr, para asaltar el poder en el BBVA, y la contraoperación de éste en un espionaje masivo para investigar la vida privada y pública de todos los agentes implicados, pinchando y siguiendo desde vicepresidentes del Gobierno, ministros y otras autoridades hasta al sursum corda, bajo la batuta de un comisario que ofrecía servicios privados utilizando medios públicos y con la complicidad de las instituciones que están obligadas a velar por la seguridad del Estado y de todos los ciudadanos, revelan la suciedad incalificable en la que se ha venido moviendo la política y la economía.

Pero es más grave cuando alguien prestigioso y prestigiado, que ha estado en el centro del poder, como es Manuel Conthe, ex presidente de la CNMV -un organismo pretendidamente "independiente"- entre 2004 y 2007 -uno de los presuntamente espiados- denuncia complicidades entre la UDEF y la Fiscalía, se refiere a "una triangulación perturbadora" entre la Oficina Económica de Presidencia, un medio de comunicación y su propio vicepresidente en la Comisión -"un submarino del Gobierno en la CNMV", dice textualmente- y remata señalando que "el intervencionismo político en la gran empresa ha sido vergonzoso". Terribles afirmaciones.

No está en juego solo la credibilidad del banco, uno de los más importantes de Europa; lo está la de todo el país, la de los Gobiernos de turno, -para el de Aznar también tiene denuncias Conthe-, la de la Fiscalía, la de la UDEF, en este caso desde hace demasiado tiempo, la de la CNMV y, por supuesto, la del BBVA. Son tantos los datos escabrosos, los hechos, las constataciones, que lo único que podemos pensar es que solo sale una pequeña parte de lo grabado -con absoluta ilegalidad y con intereses espurios- y que la marea negra puede crecer hasta el infinito. La Justicia está obligada a actuar y rápido. Para que podamos creer en algo.

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