MADRID, 21 Dic. (OTR/PRESS) -
Pues ya hemos llegado al día "C", sí, "C" de Cataluña. Y es que con la celebración del Consejo de Ministros en Barcelona habrá un antes y un después.
Pedro Sánchez con la mano tendida, dispuesto al diálogo, tanto que ha acallado las voces que desde dentro de su partido le piden nada menos que ilegalice a los partidos independentistas y sabiendo que a los "barones" no les gusta nada que haya accedido a que miembros del Gobierno de España celebren cumbres bilaterales con los "consellers" tal y como reclamaba Joaquím Torra.
El Presidente a estas alturas tiene más que sabido que su apuesta por la política del "apaciguamiento" es un riesgo que le puede costar la Moncloa. Claro que si le sale bien le supondría apuntarse un tanto que, no por inesperado, tendría un enorme valor político.
Además Sánchez en su cita con Barcelona no se olvida que hay asuntos de cariz social que no puede orillar, de ahí que el Gobierno en la reunión del Consejo hayan previsto aprobar la subida del 2,25 por ciento en el salario de los funcionarios.
Lo cierto es que el "problema catalán" preocupa y mucho a los "barones" socialistas que saben que si al Presidente no le salen bien sus cálculos políticos, lo pagarán en las urnas.
El 26 de mayo se celebrarán elecciones autonómicas, municipales, europeas y puede que generales, y el temor que corre en las filas socialistas es que el discurso "duro" de Ciudadanos y el PP beneficie a estos partidos en las urnas pero sobre todo, Vox continúe sumando votos y por tanto escaños, a la manera que ha sucedido en Andalucía.
Así que del acierto o equivocación del Presidente en Cataluña dependerá no solo el futuro del PSOE en general sino también el del propio Sánchez.
En ese camino a las elecciones del 26 de mayo lo que pase en Barcelona este día "C" es determinante.
