Publicado 11/09/2019 08:00

Pedro Calvo Hernando.- El hazmerreír y el hazmerrabiar

MADRID, 11 Sep. (OTR/PRESS) -

La lección de una ciertamente intolerante demostración de comportamientos políticos ha caracterizado el ejercicio de sus funciones tanto por el Gobierno como por Unidas Podemos, hasta la entrada misma en el periodo posvacacional. Pienso que han sido tiempos o meses de ejemplo de lo que nunca debe hacerse, y mucho menos si sus protagonistas son partidos obligados a ser ejemplares cuando anda en peligro la estabilidad política de España y la adoración por su régimen democrático. Hay que evitar cualquier falta de seriedad, sobre todo por mofarse del debido respeto a los representantes del pueblo español, incluida ahí la obligación de no fallarles nunca.

Pensará alguien que me paso un tanto en las definiciones o en las calificaciones, pero prefiero pasarme que no llegar. Para mí, como supongo que para millones de ciudadanos, han sido semanas y meses de incertidumbres y de sensaciones de pérdida de seriedad y de valores políticos y de toda índole. Ahora es el momento de despedirse definitivamente de un tiempo que nunca debió llegar y de abandonar drásticamente una regla de conducta que nunca debió establecerse. Aunque solo fuese por lo que nos hemos estado jugando como españoles y como sujetos políticos.

Parece como si aquí nadie hubiese tenido en cuenta en estos meses que la obligación de todos, empezando por los responsables políticos, era la fidelidad a una concepción seria de la política en todas sus vertientes. Yo les pido desde aquí a los responsables del desaguisado que nunca más vuelvan a caer en la tentación en la que han caído reiteradamente en estos meses. Tienen que evitar, también, que la derecha siga intentando aprovechar la oportunidad que se le brinda para ese intento de escapar a la obligación de no zafarse de sus obligaciones y de dejar el ejercicio de las simulaciones a que nos tienen acostumbrados desde hace meses.

Reflexionen todos muy seriamente en estas horas de reencuentro con la cruda realidad. Piensen en lo que supondría el desvío de la voluntad popular expresada en abril y mayo y no corran el riesgo de echarlo todo a rodar si servían en bandeja al trío PP-Cs-Vox una posible victoria de la que nunca hubieran sido merecedores. El país ha sufrido ya demasiado y exige y necesita una buena corrección de rumbo, que además incluya el respeto de los unos a los otros y de los otros a los unos.

Ni un día más para prorrogar un espectáculo político que ha sido el hazmerreir y el hazmerrabiar de la mayoría de la población española. Y aquí meto yo a todos los sectores, desde los directamente señalados a los que responden a los criterios de los más conservadores en el panorama político de nuestra bendita nación. Lo espectacular hay que reservarlo para las bromas o para los partidos internacionales de fútbol. Lo peor sería que este 10 de noviembre nos quedáramos atrapados en la siniestra trampa. Pero es que estamos obligados a evitar por todos los medios que ese 10 de noviembre se convierta en el valle de lágrimas y nos lleve a la estratosfera.

Puede haber sido todo una crisis colectiva de comportamiento, de la que es imposible salir de modo inmediato. Seamos también reflexivos y analicemos, aunque sea en voz baja, los motivos de tanta desolación. Y hago mío el firme propósito de no volver a caer en el peligro en que hemos caído hasta ahora mismo. Vamos a ver si dentro de una, de dos, de tres semanas somos capaces de levantar del todo la cabeza y dejarnos de disparates.