Actualizado 04/07/2018 08:01

Pedro Calvo Hernando.- Pedro y Quim

MADRID, 4 Jul. (OTR/PRESS) -

Se acerca el momento de la reunión en Moncloa del presidente Pedro Sánchez y del president Quim Torra. El hecho es calificable de acontecimiento político después de tanto tiempo transcurrido sin un contacto directo entre los máximos dirigentes del Estado y Cataluña, que eran otros hasta muy recientemente. Solo por esto ya se justificaría la moción de censura que cambió el panorama político en nuestro país y que ha hecho posible, entre otras muchas cosas, este cambio en las perspectivas. Parece mentira que haya tenido que transcurrir tanto tiempo para que el imprescindible diálogo se hiciera posible.

La respuesta de la derecha viene siendo impresentable ante cualquier atisbo de cambio en esas relaciones. Lo más agradable que dicen es que Pedro Sánchez está pagando la factura por el voto de los indepes en el Congreso el dia de la votación de la moción de censura. Es inútil que se les haya explicado por activa y por pasiva que en ese hecho la motivación del voto afirmativo no socialista se debió principalmente al deseo irresistible de ver a Mariano Rajoy y al PP fuera del poder. Pero ya sabemos que es inútil cualquier explicación distinta, como Rafa Hernando se ocupa de demostrar cada cinco minutos.

Aquí lo único inexplicable es que se venga prolongando durante tantísimo tiempo la ausencia de todo diálogo entre las partes como camino para intentar una solución inteligente y además posible. Parece mentira que haya tenido que llegar la izquierda al poder después de casi siete años para que se pusiera sobre la mesa la posibilidad de una salida dialogada y negociada al drama que nos viene martirizando tanto tiempo a los españoles, incluidos los catalanes.

Por el conjunto de España hablará Pedro Sánchez, que está demostrando al menos una voluntad decidida de sacar a este país de la absurda y siniestra situación de enfrentamiento político por el problema de Cataluña. Y hablará Quim Torra, en el que se observa una mayor capacidad asumir el papel de participar en el encuentro de una solución satisfactoria para todos, capacidad que el cielo no había concedido a Puigdemont. Rajoy y Puigdemont estaban dispuestos a seguir envenenando el conflicto por los siglos de los siglos. Algo han comenzado a cambiar las cosas.

De momento, el traslado a cárceles de Cataluña de los presos indepes es una demostración de buena voluntad y de disposición a las soluciones por el lado del Gobierno de Sánchez, hecho ante el cual el Govern está obligado a actuar con inteligencia y con deseos de un entendimiento que nos endulce la vida a los 47 millones de ciudadanos.

Tanto tiempo transcurrido sin diálogo ni atisbos del mismo ha enconado las posiciones, habían ido alejando las soluciones y nos habían amargado la existencia a los mencionados 47 millones. A partir de ahora, confiemos en que la llegada al poder de Sánchez y Torra produzca unos efectos irreversibles en el camino de la recuperación de la normalidad, que también incluye la normalidad democrática, que los unos y los otros están obligados a propiciar. Todos tenemos la obligación de colaborar en la recuperación de esa normalidad, pero esos dos dirigentes, más que nadie. Vamos a verlo.

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