Publicado 25/04/2019 08:02

Rafael Torres.- Ni Educación, ni Cultura

MADRID, 25 Abr. (OTR/PRESS) -

Seguramente inducidos por el unánime pronóstico de los medios, que auguraban un segundo debate de garrotazo y tente tieso, los participantes del concurso de Atresmedia se emplearon a fondo en exhibir su lado más borde y pendenciero. Como es natural en tales circunstancias, en las dos horas largas que duró el "pressing catch" que hubiera hecho las delicias del recientemente desaparecido y ya añorado Héctor del Mar, no se habló de Educación ni de Cultura. Ni, por supuesto, con educación ni con cultura.

No es raro que el Ministerio de Educación y Cultura haya cambiado tantas veces de nombre: se debe andar buscando un nombre para una cosa que no hay. No, al menos, entre los que principalmente habrían de promover esas dos cosas que hacen grande a un país y respetables a sus habitantes, los candidatos a presidir su gobierno. Todos ellos, Casado, Iglesias, Sánchez y Rivera, tienen sus títulos universitarios, bien que algunos obtenidos de aquella manera, pero carecen no ya de una mediana cultura general, sino del mínimo de educación necesaria, esto es, de urbanidad, de cortesía, para relacionarse.

Es cierto, de una parte, que los tímidos tienden a sobreactuar y a desmesurarse cuando se ven forzados a interactuar con otros y cuando recae en ellos el foco de la atención, y, de otra, que no todos los tímidos que concursaban en el caótico "debate", los cuatro, sobreactuaron y se desmesuraron igual. La sobreactuación de Iglesias, por ejemplo, al adscribirse al género de la ponderación, resultó tan llevadera como exitosa, así como la de Sánchez, amortiguada por su temperamento de extrema frialdad. Pero ese Rivera al borde de un ataque de nervios, qué digo al borde, preso de un brote de neurastenia, y ese Casado cuya sonrisa profidén parece salírsele de la cara porque no es propiamente la sonrisa de una cara, rebasaron, sobre todo el primero, las demasías que a unos tímidos se les puede permitir.

Ninguno de ellos habló de Educación ni de Cultura, justo de lo que anda más necesitada la nación, probablemente porque poco o nada saben ni quieren saber de ellas, o, cuando menos, así quedó patente en las dos reyertas en 24 horas que protagonizaron en comandita ante el estupor de los telespectadores. Con el tetrapartidismo, más el flipante y rupestre anexo de Vox, no parece que las cosa de las Luces vaya a cuidarse más que cuando sólo eran el PSOE y el PP los que pugnaban por apagarlas.