Publicado 16/11/2018 08:01

El Abanico.- Cuatro mujeres y un destino

MADRID, 16 Nov. (OTR/PRESS) -

Si hace tan solo un año, doce meses, nos llegan a decir que a día de hoy habrían desaparecido del tablero político cuatro de las mujeres con más poder del PP, del gobierno, tanto a nivel nacional como territorial -Esperanza Aguirre, Soraya Sáez de Santamaría, María Dolores de Cospedal y Cristina Cifuentes-, habríamos pensado que quién hacía esas cábalas estaba majara. Y, sin embargo, la realidad es que las cuatro han desaparecido, por diferentes razones, de la esfera política sin que a nadie se le haya movido una pestaña, se haya escandalizado o preocupado, pero menos que nadie sus propios compañeros de partido. Lo que demuestra hasta qué punto la política se ha convertido en un veneno para quien lo saborea, sin que eso suponga, al menos de cara a la galería, un desgarro social, personal, emocional pero también una pérdida de poder de la mujer, de las mujeres, cuando todas creíamos que las cosas estaban cambiando.

Es verdad que los motivos de su salida del ámbito político se debe a razones diferentes. Esperanza se vio obligada a hacerse a un lado después de que dos personas de su máxima confianza -Ignacio González y Francisco Granados-, fueran imputados y encarcelados por los casos Lezo y Púnica. Mientras que Cristina Cifuentes dimitió después de que se descubriera que no había cursado el famoso Master en la Universidad Juan Carlos I, el Master que figuraba en su curriculum, amén de otros asuntos de índole personal, como fue la grabación de un video en la que se le ve apropiándose de una crema de escaso valor en un conocido super mercado de la capital.

Un video demoledor para cualquiera, pero más si se trata de un personaje público, de una política en activo, que ocupaba un puesto de gran responsabilidad como era la Presidencia de la Comunicad de Madrid. Video que sorprendentemente había permanecido guardado durante varios años, bajo llave, o al menos hasta que alguien de su propio partido, pensó que había llegado el momento de hacerlo público, con gran escandalera de su parroquia y de sus oponentes políticos que vieron una oportunidad de oro para apartarla de la política y hacerle pagar facturas pendientes.

El caso de María Dolores de Cospedal hay que enmarcarlo en la política de tierra quemada que está llevando a cabo el todopoderoso comisario Villarejo, un conseguidor sin escrúpulos, mediante su doble faceta de agente secreto y gestor de sociedades, al que acudían empresarios, periodistas, políticos, para que les solucionara determinados problemas. Lo que llevaba a cabo el policía, previo pago, mediante grabaciones que por lo que estamos viendo son muchas y algunas puro veneno, de graves consecuencias para quienes utilizaron sus servicios.

A Soraya Sainz de Santamaría la aparataron algunos dirigentes de su partido sin contemplaciones. En un abrir y cerrar de ojos, la mujer que más poder había acumulado tras la transición y la nueva era en la que estamos inmersos, comprobó que tanto poder en una sola mano escocía mucho a quienes no le perdonaban su complicidad y cercanía con ex-presidente del Gobierno Mariano Rajoy, el fracaso de sus gestiones con los independentistas, y por supuesto, que ignorara la celebración de un referéndum a todas luces ilegal que puso en pie de guerra tanto a los suyos como a los constitucionalistas.

Estos son a grandes rasgos sus graves pecados, por los que las cuatro, han pagado un alto precio, que hoy por hoy nos impide analizar fríamente sus logros políticos, que los tienen.