Universitarios de Madrid, preocupados por la 'cuarentena': “Nunca he estado tan triste por no tener clase"

Pantalla anunciando la suspensión de clases en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid.
Pantalla anunciando la suspensión de clases en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. - EUROPA PRESS
Actualizado: miércoles, 11 marzo 2020 10:38

   Casi 300.000 estudiantes de la Comunidad de Madrid pasarán dos semanas alejados de las facultades y sin prácticas presenciales

   MADRID, 10 Mar. (EUROPA PRESS) -

   La decisión del Gobierno de la Comunidad de Madrid de suspender durante 15 días la actividad docente en centros educativos como las universidades para mitigar los contagios por coronavirus genera preocupación e incertidumbre en las facultades madrileñas, sobre todo entre los estudiantes, que temen consecuencias en sus resultados académicos y consideran un perjuicio la suspensión de prácticas.

   "Nunca he estado tan triste por no tener clase", aseguraba este martes a Europa Press Cristina, de 22 años y estudiante de Filosofía en la Universidad Complutense. Para esta joven procedente de Toledo, la medida de la Comunidad de Madrid acabará restando al curso "un mes de un plumazo" por la proximidad de la suspensión de las clases con las vacaciones de Semana Santa en abril, algo que en su opinión provocará el aplazamiento de exámenes.

   Los profesores, ante la excepcionalidad de la situación, seguirán ofreciendo material de estudio de forma telemática, explica su amiga María, andaluza de 24 años y también estudiante de Filosofía. "Pero tenemos algún profesor mayor que no tiene ni idea de cómo usar el campus virtual", lamenta, aunque no tanto como el panorama que le deja la crisis del coronavirus: "Yo por las tardes doy clases de apoyo en un cole público, y ahora me he quedado sin estudiar y sin trabajar".

   En la Ciudad Universitaria de Madrid las quejas se propagan por todas las facultades. En la de Ciencias Biológicas estudian Paula, María, Marina y Lourdes, todas de 18 años y cursando su primer año universitario. Ninguna se alegra del sobrevenido paréntesis. "Tengo mazo de agobio", es lo primero que dice Paula. "Aunque si esto nos hubiera pillado el año pasado, a punto de hacer la Selectividad, me hubiera cagado en todo. Hubiera pedido por favor ir a clase, incluso contagiándome", tercia su compañera Lourdes.

   Por la Avenida Complutense, procedentes de la Facultad de Derecho, pasean más despreocupados Francisco y Carmen. A ellos, acostumbrados a estudiar echando codos ante libros de leyes, no les afecta demasiado la cancelación de las clases. Francisco incluso las considera prescindibles. "Sinceramente, prefiero quedarme en casa estudiando el manual", asegura este veinteañero, uno de los casi 300.000 estudiantes universitarios de la Comunidad de Madrid que pasarán dos semanas lejos de las aulas.

   La expansión del coronavirus tiene diferentes grados de incidencia en la vida universitaria. Los estudiantes chinos, en un alarde de responsabilidad que pretende ahuyentar estigmas, llevan mascarilla sin excepción. También se lo toman en serio en la Facultad de Medicina, donde el brote es una amenaza real con consecuencias directas. Selene y Laura, en cuarto de Enfermería y acabando la carrera, estaban la semana pasada haciendo sus prácticas clínicas en los hospitales públicos 12 de Octubre y Gregorio Marañón, aunque el jueves se las suspendieron para evitar contagios.

   "Ni siquiera nos han dado explicaciones, y si nos vamos a dedicar a esto dentro de unos meses, nos lo vamos a comer entonces de la misma manera", critican las jóvenes. Resignadas, aprovechan el tiempo para adelantar su Trabajo de Fin de Grado. Fuera de la facultad, estudiantes de Fisioterapia cuentan que pasarán las dos semanas sin clase en sus ciudades de origen, donde no hay coronavirus, subrayan. "El virus irá con vosotras", advierte sarcástico un compañero.

   Como ajenas al bullicio, Loreto, Inés y Natalia toman el sol sobre el césped donde brotan margaritas que anticipan la primavera, aunque son muy conscientes de la situación. "Aunque nos jorobe, lo más razonable es que se suspendan las clases, porque nuestros profes son los que están tratando con los enfermos por coronavirus en los hospitales", exponen estas estudiantes de primero de Enfermería, defensoras de la pertinencia de la suspensión temporal de las clases. "Esperábamos que, antes o después, esto tenía que pasar", añaden estas futuras trabajadoras sanitarias.

CORONAVIRUS: "UNA PREOCUPACIÓN MUY 'BOOMER"

   "Pues a mi me viene de puta madre", exclama María, de 23 años y estudiante de Publicidad, al otro lado de la Avenida Complutense. "Cuando me llegó el correo anunciando la suspensión de las clases me faltó hacer la croqueta para celebrarlo", cuenta riendo. En su grupo de amigos de clase, el coronavirus sólo genera una inquietud: que pueda acabar suspendiendo las Fallas de València, a las se han apuntado unos cuantos.

   "Me parece una preocupación muy 'boomer', muy de padres", opina Paula, también de Publicidad, en un conato de 'gerontofobia' que compensa su compañera Luisa cuando asegura que lo único que no piensa hacer durante los días sin clase es visitar a sus abuelos por si les contagia algo. Forman el corrillo en la puerta de su facultad, Ciencias de la Información, donde hoy lo que falta es información de todo tipo.

   "No nos han dicho nada", desvela Montse, operaria de limpieza, mientras pasa una bayeta por la barandilla de una escalera. En los 26 años que lleva trabajando en la facultad donde se rodó 'Tesis', la ópera prima de Alejandro Amenábar, no recuerda algo igual. "Por eso no sabemos qué va a pasar con nosotras. Si mañana tendremos que venir a trabajar, si nos mandarán a casa sin sueldo. Estamos a la expectativa", cuenta sin perder la sonrisa.

   Todos los trabajadores de la facultad andan rumiando la misma incertidumbre. Desde los docentes e investigadores que esperan instrucciones del rectorado de la Complutense, hasta el personal de servicios y de administración, muchos con labores y responsabilidades incompatibles con el 'teletrabajo'.

   Ignacio, que despacha libros desde 1981 en la librería Fraguas que aloja el vestíbulo, tampoco sabe si abrirá mañana miércoles. "Si no hay alumnos, no vengo", vaticina tras la ventanilla. En reprografía, mismas dudas y algún lamento. "El Gobierno debería ponerse en el lugar de los empleados y los empresarios", sostiene Ángela, preocupada por el mordisco que puede provocar la 'cuarentena' en su nómina de marzo.

   La ausencia de novedades desde el rectorado tiene sin actualizar el periódico de la Complutense, Infoactualidad. "Estamos esperando a ver qué pasa", se excusan Cyntia y Sofía, estudiantes de Periodismo y Comunicación Audiovisual, respectivamente, que participan en este medio universitario. "Sinceramente, esperamos que esto se termine de aclarar, porque queremos informar", sentencia derrochando vocación.

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