Las especies de sapos hibridan e intercambian su ADN pero con límites, ya que mantienen sus diferencias

Sapo común ibérico y sapo común europeo
MNCN-CSIC
Publicado: jueves, 18 enero 2018 11:46

   MADRID, 18 Ene. (EUROPA PRESS) -

   El sapo común ibérico (Bufo spinosus) y el sapo común europeo (Bufo bufo) se diferenciaron hace nueve millones de años, a pesar de que entraron en contacto e intercambiaron su ADN e hibridaron al entrar en contacto, pero con ciertas "barreras", ya que siguen siendo dos especies muy diferenciadas, según un estudio europeo en el que han participado investigadores españoles.

   Así, el trabajo en el que han participado investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (MNCN-CSIC) junto a investigadores del Museo de Historia Natural de Leiden (Países Bajos) ha analizado el área donde estos sapos, que son muy similares entre sí a pesar de que se diferenciaron hace nueve millones de años entran en contacto e hibridan.

   El equipo ha publicado dos estudios en las revistas Amphibia-Reptilia y Molecular Ecology. El primero de ellos presenta una visión global de la zona donde ambas especies entran en contacto e hibridan, en una zona de más de 900 kilómetros desde el Atlántico al Mediterráneo y con una anchura que varía entre los 10 y los 60 kilómetros.

   El investigador del MNCN Íñigo Martínez-Solano ha explicado que estas zonas híbridas son como laboratorios naturales para comprende el proceso de formación de nuevas especie o especiación, ya que el análisis de la variación en los genes, la moforlogía o la ecología de las especies en las áreas en que entran en contacto aporta pistas acerca de los mecanismos evolutivos que las mantienen separadas frente al efecto homegenizador de la hibridación.

   Además, ha señalado que las discordancias entre los patrones morfológicos y genéticos, así como del análisis de diferentes genes (nucleares y mitocondriales) pueden ser el resultado de varios factores no excluyentes entre sí: históricos (procesos de aislamiento seguidos de un reagrupamiento poblacional), ecológicos (procesos de adaptación local) o genéticos (existencia de incompatiblidades genéticas).

   "Esclarecer el papel relativo de dichos factores nos permite comprender mejor el proceso de formación de nuevas especies y, en particular, de la formación y evolución de las barreras a la hibridación. En este caso concreto los factores históricos parecen haber tenido un papel más importante", concluye Martínez-Solano.

   El estudio concluye que la similitud entre ambas especies provocó que hasta hace pocos años, se considerara que se trataba de la misma especie y sin embargo, los estudios genéticos han demostrado que dadas las diferencias acumuladas en sus genomas, se trata de dos especies diferentes cuyo proceso de diferenciación se produjo hace unos 9 millones de años.

   En Europa, las fluctuaciones climáticas del Pleistoceno tuvieron un fuerte impacto sobre muchas especies, que expandieron o contrajeron sus áreas de distribución en respuesta a los cambios.

   En el caso concreto de estos sapos, sus distribuciones probablemente han cambiado mucho en los últimos dos millones de años. Durante los periodos más fríos del Pleistoceno, las dos especies quedaron aisladas en diferentes penínsulas del sur de Europa: la ibérica y las penínsulas balcánica e itálica. Después, en periodos más cálidos, ambas se expandieron hacia el norte y entraron en contacto con Francia, de modo que formaron la actual zona híbrida.