Arzobispo de Sevilla cree que si la Iglesia está "sucia" no hay que culpar a la institución sino a los no se purificaron

Actualizado: sábado, 3 abril 2010 10:46

Cree injusto tomar los tropiezos los cristianos como trofeos de una batalla ganada a la Iglesia

VALLADOLID, 3 Abr. (EUROPA PRESS) -

Miles de ciudadanos abarrotaron la Plaza Mayor de Valladolid para escuchar el tradicional y singular 'Sermón de las Siete Palabras' el Viernes Santo pronunciado en esta ocasión por el arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, quien se refirió en su prédica a la importancia actual de la Iglesia, sobre la que señaló que si está "sucia" no hay que culpar a la institución "sino a la incuria de quienes no se purificaron de sus pecados".

Amigo hizo referencia a la situación actual de la Iglesia al llegar a la Séptima Palabra 'En tus manos pongo mi espíritu' donde utilizó el símil del cardenal Marcelo González Martín en el que comparaba la Iglesia con "un mantel que se pone sobre el altar, que es Cristo, para ofrecer el sacrificio a Dios". "Si los manteles están sucios, no eches la culpa de las manchas a los manteles sino a la incuria de quienes los pusieron que no se purificaron de sus pecado", señaló.

Durante su alocución, el arzobispo emérito de Sevilla consideró que "no es justo exhibir algunos tropiezos de los cristianos como trofeos a una batalla ganada a la Iglesia", una institución que está "viva", es "valiente" y "joven" y que, además, mira con "serenidad al pasado y no tiene miedo al futuro".

Así, Amigo llamó a los miles de ciudadanos congregados a que proclamen en el ámbito público y privado que "Cristo vive", ya que, a su juicio, existe una especie de "autoexilio acomplejado" por "inseguridad" en la fe.

El 'Sermón de la Siete Palabras' se desarrolló con total normalidad en la Plaza Mayor después de que los jinetes a caballo llamaran a toda la ciudad para que acudiera a oír, a las 12.00 horas, la reflexión sobre las siete palabras que Jesús dijo en otros tantos momentos de Pasión.

"HUÉRFANOS DE PADRES VIVOS".

Una vez allí, Carlos Amigo comenzó su prédica, que se prolongó durante una hora y quince minutos, y fue en la Tercera Palabra 'Mujer, ahí tienes a tu hijo' donde lanzó una de las proclamas más críticas al referirse a las relaciones entre padres e hijos y donde señaló que "asusta y conmueve" que haya "padres que prefirieron que el hijo naciera muerto antes que recibirlo y llenarlo de amor en sus brazos".

"¡Cuántos huérfanos de padres vivos!, exclamó el arzobispo emérito quien consideró que "cuando se olvida ese amor tan grande del matrimonio, la familia y la vida, desde su concepción hasta la muerte, la auténtica felicidad se aleja cada vez más".

Asimismo, durante la proclama de la Cuarta Palabra 'Dios Mío ¿Por Qué me has abandonado?' se refirió a los avances científicos y técnicos "deslumbrantes en defensa de la vida y, al mismo tiempo, la mata". "El hombre que domina la naturaleza y que la destruye, capaz de conquistas sociales y conflictos laborales, precariedad del empleo, paro y marginación social", señaló.

Amigo habló del perdón, el amor y la soledad, a la que se refirió especialmente al pronunciar la Quinta Palabra 'Tengo Sed' en la que recordó que la peor soledad de todas es la de uno mismo, "sin razones para vivir y para esperar, sin querer a nadie ni sentirse querido de alguno.

Fue precisamente en este apartado donde recordó que existen "dos formas especialmente dolorosas de sufrimiento, por el pecado y por el amor", un punto en el que se refirió al Padre Hoyos de Torrelobatón (Valladolid) que será beatificado próximamente.

Finalmente, en la Sexta Palabra 'Todo está cumplido', Amigo abogó por avanzar en "lo nuevo". "Lo viejo es el egoísmo, la altanería, lo nuevo es la entrega, la justicia, la misericordia". "La caridad cura el alma de las muchas heridas que en ella han dejado el egoísmo, la justicia, la indiferencia, la falta de misericordia", destacó.

Como broche a su intervención, el prelado recordó que los mandamientos "no son obstáculo y corsé que oprime" sino "ayuda" para caminar con "paso firme" por la vida, al tiempo que incidió en que el Evangelio no es "carga de leyes y preceptos" sino "anuncio de las mejores noticias para el encuentro con Cristo, señor y salvador".

"Que mi hombro, Señor, sea como almohada donde repose tu cabeza coronada de espinas, a cambio, que tu corazón abierto sea el asilo y el descanso de nuestra vida", concluyó.