Benedicto XVI asegura que tenía "cada vez más claro" que Juan Pablo II era "un santo"

Benedicto XVI
EUROPA PRESS
Actualizado: viernes, 7 marzo 2014 13:20

ROMA, 7 Mar. (EUROPA PRESS) -

El Papa Emérito Benedicto XVI asegura que tenía "cada vez más claro que Juan Pablo II era un santo" en la primera de las 21 entrevistas a personas cercanas al Papa polaco que se publican en el volumen 'Junto a Juan Pablo II. Los amigos & los colaboradores cuentan' (ediciones Ares). El periodista polaco Wlodzimierz Redzioch ha sido el primero en entrevistar a Benedicto XVI desde que es Papa emérito.

En la entrevista, recogida por Europa Press, Benedicto XVI detalla que su recuerdo de Juan Pablo II "está lleno de gratitud", reconoce que "no podía y no debía intentar imitarlo", pero expresa que ha intentado "llevar adelante su herencia y su tarea lo mejor" que ha podido. En este sentido, declara que está "seguro" de que todavía hoy la bondad de Juan Pablo II le "acompaña" y le "protege".

Joseph Ratzinger cuenta que sintió desde el inicio "una gran veneración y una simpatía cordial por el Metropolita de Cracovia". Detalla que el primer encuentro consciente entre el cardenal Wojtyla y él sucedió en el cónclave en el que fue elegido Juan Pablo I. "Naturalmente había oído hablar de su obra de filósofo y pastor, y desde hacía tiempo quería conocerle", reconoce sobre Juan Pablo II.

Además, explica que Wojtyla había leído su Introducción al Cristianismo, y la había citado también en los ejercicios espirituales predicados por él para Pablo VI y la Curia en la Cuaresma de 1976. El Papa emérito expresa que en el pre-cónclave de 1978 el Papa polaco analizó "de forma asombrosa la naturaleza del marxismo" y asegura que percibió "en seguida con fuerza la fascinación humana que él emanaba y, de cómo rezaba" advirtiendo "cuan profundamente estaba unido a Dios".

Benedicto XVI explica que "la espiritualidad" del Papa polaco "se caracterizaba sobre todo por la intensidad de su oración" y por estar "profundamente arraigada en la celebración de la Santa Eucaristía y hecha junto a toda la Iglesia con la recitación del Brevario". "Su devoción no podía nunca ser puramente individual, sino que estaba siempre llena de preocupación por la Iglesia y por los hombres", comenta.

UNA "CONDICIÓN" PARA ACEPTAR SER PREFECTO DE LA DOCTRINA DE LA FE

Respecto a su nombramiento como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Benedicto XVI explica que habían pasado apenas dos años de su consagración episcopal en Munich y veía "imposible dejar tan pronto la sede de san Corbiniano" y que en un principio pidió al Papa que "pospusiera ese nombramiento" porque para él la consagración episcopal representaba de alguna manera una "promesa de fidelidad hacia la diócesis que le pertenecía".

Cuando Juan Pablo II lo nombró prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Benedicto XVI explica que "para la aceptación del cargo" se permitió "poner una condición", aunque la "creía irrealizable". Quería "continuar publicando trabajos teológicos".

El Papa emérito comenta que Juan Pablo II era con él "muy benévolo y comprensivo", y que le comentó que "las publicaciones teológicas son compatibles con el oficio de prefecto" y entonces aceptó el cargo "consciente de la importancia de la tarea".

Ratzinger expresa que la colaboración con Juan Pablo II estuvo "siempre caracterizada por amistad y afecto". Explica que sobre "problemas teológicos" pudieron "conversar fructuosamente" y que en las comidas de trabajo, Wojtyla "reía con ganas" y que "aún en la seriedad que se imponía, eran también ocasiones para estar en agradable compañía".

LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN COMO APOYO A POBRES, UN "ERROR"

Benedicto XVI y Juan Pablo II afrontaron varios desafíos doctrinales juntos como la Teología de la Liberación sobre la que en América Latina se pensaba "que se trataba de un apoyo a los pobres y que por tanto de una causa que se debía aprobar sin duda". Más tarde se dieron cuenta de que "era un error".

Según añade Benedicto XVI, se percataron de que "la fe cristiana era usada como motor por este movimiento revolucionario, transformándola así en una fuerza de tipo político" poniendo "las tradiciones religiosas de la fe al servicio de la acción política" de tal manera que "la fe era profundamente distanciada de sí misma y se debilitaba así también el verdadero amor por los pobres".

"La pobreza y los pobres eran sin duda tema de la Teología de la Liberación y sin embargo en una perspectiva muy específica. Las formas de ayuda inmediata a los pobres y las reformas que mejoraban las condiciones eran condenadas como reformismo que tiene el efecto de consolidar el sistema: ayudaban, se afirmaba, la rabia y la indignación que sin embargo eran necesarias para la transformación revolucionaria del sistema. No era cuestión de ayudas y de reformas, se decía, sino de la gran conmoción de la que debía surgir un mundo nuevo", apunta.

Otro de los temas doctrinales que trabajaron juntos fue el ecumenismo. Benedicto XVI manifiesta que "se trata de una cuestión que tiene un doble perfil: por un lado, es afirmada con toda su urgencia la tarea de trabajar por la unidad y son abiertos los caminos que conducen a ella y, por otro lado, es necesario rechazar las falsas concepciones de unidad, que quisieran alcanzar la unidad de la fe a través del atajo de aguar la fe". También se ocuparon de la Teología en la época contemporánea.

ENCÍCLICAS MÁS IMPORTANTES DE JUAN PABLO II

Sobre las encíclicas escritas por Juan Pablo II, Benedicto XVI explica que las tres de particular importancia son la 'Redemptor hominis', la 'Redemptoris misio', y la encíclica sobre problemas morales 'Veritatis splendor'.

"La Constitución del Vaticano II sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo, frente a la orientación prevalente en la época de la ley natural de la Teología moral, quería que la doctrina moral católica sobre la figura de Jesús y su mensaje tuvieran un fundamento bíblico. Esto se intentó a través de los consejos solo por un breve periodo, después se fue afirmando la opinión de que la Biblia no tenía alguna moral propia para anunciar, pero que dirigía a los modelos morales en ocasiones válidos", explica el Papa emérito.

En esta línea el Papa emérito expresa que "la moral" es "entendida en sentido de la ley natural, pero en su lugar no es afirmada ninguna concepción cristiana". Y, según precisa, "como no se podía reconocer ni un fundamento metafísico ni un cristológico de la moral, se recurre a soluciones pragmáticas: a una moral fundada sobre el principio del equilibrio de bienes, en la cual no existe ya lo que es realmente mal y lo que es realmente bien, sino solo lo que, desde el punto de vista de la eficacia, es mejor o peor".