Los camareros de un restaurante de Barcelona sirven los menús con chaleco reflectante y casco

Actualizado: martes, 11 noviembre 2008 10:28


BARCELONA, 11 Nov. (EUROPA PRESS) -

Los camareros de un restaurante de Barcelona sirven los menús ataviados con chaleco reflectante y casco como protesta por la repercusión "negativa" de las obras del AVE en el barrio de la Sagrera. Manolo Pérez, propietario del centenario bar-restaurante 'La Torre de Fang' se encuentra en una situación "límite" desde que se iniciaron los trabajos de remodelación por la nueva estación.

Tanto Manolo como su mujer Magda Bernal aseguraron a Europa Press Televisión "estar haciendo lo imposible por aguantar el negocio". Según el matrimonio, se ha visto obligado a rebajar los precios de la carta, hacer menús más baratos para atraer clientes e incluso han cambiado sus uniformes de camareros "por la indumentaria de obreros como chalecos reflectantes y casco".

El corte del tráfico y la aparición de las máquinas y vallas han convertido la zona en un sitio caótico por el cual es difícil pasear. La ausencia de circulación ha provocado un claro descenso de los clientes. El restaurante de Manolo ha quedado enclaustrado entre las vallas de seguridad y "la gente ya no acude a comer como hacia antes del verano", explicó.

EL PROBLEMA ES "MUY GORDO".

Las obras se iniciaron en agosto y desde entonces varios comercios del barrio se han visto obligados a cerrar por la pérdida de clientes. Manolo y su mujer aseguraron que tienen "miedo a tener que cerrar el negocio", como algunos de sus vecinos. Los propietarios afirmaron que "el problema es más gordo de lo que parece".

A pesar de los inconvenientes que provoca esta situación, los dueños de La Torre de Fang afirmaron no estar en contra de las obras, ya que el AVE será "un bien para el barrio". Sin embargo, si quisieron llamar la atención sobre los prejuicios que esta situación les está ocasionando y reclamaron que "las administraciones hagan algo para que puedan salir adelante". La propietaria del establecimiento, pidió "una ayuda económica para poder subsistir".

Los propietarios, resignados, calcularon que las obras duraran, al menos, un par de años más. Mientras esperan a poder hablar con el Ayuntamiento, Magda y Manolo confían en resistir y seguir viviendo de un negocio que lleva en pie un siglo, a pesar de parecer obreros de la construcción "cuando sirven la comida en el restaurante".