¿Por qué damos nombre a los huracanes?

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PEXELS / JOHANNES PLENIO
Actualizado: viernes, 31 julio 2020 13:36

MADRID, 17 Sep. (EDIZIONES) -

Las noticias sobre cómo el huracán Florence avanza por Estados Unidos (EEUU) y el tifón Mangkhut hace lo propio en el sudeste asiático se suceden desde hace semanas, como es habitual en la época de huracanes.

Hay huracanes y tormentas tropicales cuyos nombres se convierten en parte de la memoria colectiva por el número de muertos y los daños materiales que provocan, pero todos y cada uno de ellos reciben nombres distintos todos los años.

En Estados Unidos (EEUU) comenzó a seguirse este método en 1953 porque las informaciones con nombres cortos tenían menos posibilidades de inducir a error en un país en el que suelen darse varios huracanes y tormentas tropicales al año (a veces, dos o más a la vez), tal y como recoge el Centro Nacional de Huracanes del país.

La idea de 'bautizar' a estos fenómenos meteorológicos tenía precedentes, según la página web de la institución. En el Caribe, a las tormentas y a los huracanes más devastadores se les solía dar el nombre del Santo en cuyo día habían tenido lugar.

Al principio, los nombres utilizados por los profesionales provenían de listas alfabéticas de nombres femeninos. Desde 1979, estas también incluyen nombres masculinos. Actualmente, se alternan: si el nombre decidido para la 'A' es de mujer, el nombre para la 'B' es de hombre.

¿QUÉ SE HACE HOY EN DÍA?

Otros centros no tardaron en seguir el ejemplo estadounidense en otras partes del mundo. La Universidad Libre de Berlín da nombres a las borrascas especialmente destructivas desde 1954.

Ahora, la Organización Metorológica Mundial mantiene seis listas rotatorias para cada región a nivel global. La institución sólo sustituye algún posible nombre de ellas si el último huracán que ha sido bautizado con él ha sido especialmente devastador (por ejemplo, jamás habrá otro 'Katrina' u otro 'Irma').

¿EN ESPAÑA TAMBIÉN SE HACE?

Los servicios meteorológicos de Francia, España y Portugal acordaron en 2017 dar nombre a las borrascas más potencialmente peligrosas que puedan afectar a cualquiera de los tres países porque "la población permanece más atenta a las recomendaciones de seguridad cuando la amenaza de viento fuerte está claramente identificada", tal y como comunicó AEMET en su web.

La última en acercarse a nuestras costas será 'Helene', que rozará las costas gallegas tras pasar de ser huracán a convertirse en tormenta tropical y, finalmente, en borrasca profunda.

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