El hombre que mató al conductor en Sevilla afirma que estaba borracho y que creyó que la niña estaba muerta

Actualizado: sábado, 21 enero 2006 19:05


MADRID, 21 Ene. (EUROPA PRESS) -

Ricardo Suárez Alvárez, el autor de la muerte de Gaspar García, el conductor que atropelló a su hija sin que esta resultara herida, asegura que en ese momento estaba borracho y que creyó que la niña estaba muerta. Suárez afirma que se entregó a la policía porque está arrepentido y que su mujer no tuvo nada que ver en el suceso.

Los hechos ocurrieron en Sevilla el pasado día 8 de enero y desde entonces, Ricardo Suárez permanecía huido de la justicia. Anoche, junto a su abogado, se entregó de forma voluntaria en la frontera de Ayamonte.

En declaraciones a Antena 3, Ricardo Suárez dice que se entrega porque está arrepentido de lo que hizo pero se justifica afirmando que "estaba borracho". "Una semana antes tuvimos una pelea con unos gitanos --señala--. Estuvimos amenazados, yo estaba borracho y creía que mi hija estaba muerta. Estaba sangrando por la boca y le pido perdón a la familia de ese hombre, perdón de corazón. Le doy a la familia mi más sentido pésame".

Según su versión, creyó que se trata de "unos gitanos de la pelea anterior que tuvimos. Estábamos amenazados. A mi madre le prendieron fuego a la chabola, también a mi hermano. Tuvieron que salir de allí huyendo". "Llegaron a dispararme en la puerta de una obra. La puerta de la obra estaba cerrada y no me pudieron hacer más", añade.

VACIÓ DOS CARGADORES

Su relato de los hechos es que recogió a sus hijas del centro juvenil en el que estaban alojados y se fue a cenar a casa de su padre. "Al día siguiente, volví a llevar a las niñas al centro juvenil para comer. No había nadie en la calle. Mi niña salió fuera y claro, ese hombre pasó con el coche, yo estaba de espaldas y cuando lo vi creía que la había matado, entonces fui a por él". Agrega que no sabía quien era y que tampoco llegó a hablar con él, aunque lo vio posteriormente "por televisión", mientras estaba escondido en Portugal. Entonces se puso en contacto con el abogado porque "yo no soy ningún asesino. Me creía que era un gitano".

Confiesa que disparó "un puñado de veces, quité el cargador, puse otro y volví a disparar otra vez. Vacié dos cargadores, pero sin mirar para el hombre" que, admite, "no se bajó del coche. No le dio tiempo".

Insiste en que su mujer no intervino en el suceso porque "estaba desmayada en el suelo. Vi cómo se cayó al suelo con mi niño chiquitín en los brazos". "Mi mujer se desmayó porque cuando fue a socorrer a mi hija, la vio echando sangre por la boca, y cayó porque se creyó que estaba muerta. Después llegó un hermano mío, cogió a la niña, la metió en la ambulancia y nos fuimos al hospital", asegura y reconoce que cuando llegó al centro hospitalario huyó creyendo que "había matado a gitano rival del barrio".

NO HAY TESTIGOS

Suárez recalca que no hay testigos de los hechos y que "la carretera estaba desierta". Su versión es que estaban alojados en el albergue porque estaban amenazados, aunque el día del suceso era el último que pensaban dormir allí.

Pide perdón a la familia de la víctima y se dirige a las "autoridades" para decirles que fue "un arrebato de una persona que no piensa, al ver a su hija tirada en el suelo. Yo le pido a todos los padres que se pongan en mi lugar en ese momento. Le pido a los jueces que tengan un poco de consideración".

Respecto al arma declara que la llevaba en la furgoneta y que la cogió "porque por la noche del sábado para el domingo me la metí en el bolsillo".

Durante el tiempo que ha estado escondido se ha alojado en casa de familiares, ha dormido en el campo, en albergues y en un hotel en el que utilizó una identidad falsa. "Aquí estoy ahora. He localizado a mi abogado para entregarme porque yo no soy ningún fugitivo", finaliza.