Mañana tendrán lugar en Madrid las "Vueltas" de San Antón, patrón de los animales

Actualizado: lunes, 16 enero 2006 20:09

MADRID, 16 Ene. (EUROPA PRESS) -

Mañana, martes, tendrán lugar en Madrid las tradicionales "Vueltas" de San Antón en torno a la iglesia dedicada a este santo, ubicada en el número 63 de la calle de Hortaleza, en las que gatos, perros, loros, peces, tortugas y todo tipo de mascotas se vestirán de gala para festejar a su patrón.

El programa de actos realizado por la Junta Municipal de Centro comenzó ayer con el pregón que leyó José María Alfageme, periodista y antiguo alumno del Colegio de San Antón, y sigue esta tarde con la conferencia titulada "Los animales en la música" a cargo de Jorge Aráoz Badí, comentarista musical y crítico del diario La Nación, de Argentina. Acto seguido actuará el grupo de música clásica Mediterráneo.

MAÑANA, VUELTAS, DIANA FLOREADA Y MISA

Como en ediciones anteriores, mañana, festividad de San Antón, de nueve de la mañana a cinco de la tarde tendrá lugar la tradicional bendición de los animales y acto seguido las "Vueltas", con inicio en la calle de Mejía Lequerica y que se prolongarán por Fuencarral, Hernán Cortés y Hortaleza.

Además, a las once de la mañana habrá una 'diana floreada' a cargo de la Banda de Cornetas y Tambores de la Policía Municipal y a las doce del mediodía se celebrará una misa solemne que será oficiada por Zacarías Blanco Gago, vicario provincial de las Escuelas Pías, y que contará con la actuación de la soprano Marta Toba y del pianista Gabriel Jiménez, según informaron hoy a Europa Press fuentes municipales.

SAN ANTONIO Y LOS ANIMALES

De origen egipcio, San Antonio Abad vivió entre el 251 y el 356 d.C.. A los 20 años repartió sus propiedades entre los pobres y a lo largo de su dilatada vida -murió con 105 años- fundó y gobernó varios monasterios antes de retirarse a morir en soledad.

De su vida han sido representadas, sobre todo, dos escenas: las tentaciones que sufrió durante los primeros años que permaneció en el desierto y su encuentro con San Pablo Ermitaño. Los pintores, al plasmar esta segunda escena, recogieron el momento en que un cuervo con un pan en el pico acude a alimentar a los dos santos. Hoy, más de 1.600 años después, se sigue entregando un panecillo parecido en la Iglesia de San Antón cada 17 de enero a los participantes en la romería.

La otra escena se refiere al cerdo, animal estrechamente ligado a los orígenes de la fiesta y que se rifaba entre los vecinos después de la celebración del oficio religioso y la bendición de los animales.

La fiesta estuvo restringida, e incluso prohibida, entre 1619 y 1725, año en que se reanudó convertida en una romería. Con José Bonaparte se volvió a prohibir y se reinstauró con el reinado de Fernando VII. Con Isabel II alcanzó un éxito inusitado y los periódicos de la época narraban los embotellamientos que producían los carruajes de quienes se acercaban al templo. La romería era entonces acompañada por charangas.

Uno de los motivos del auge que también adquirió en la segunda mitad del siglo XIX fue la participación de famosos personajes que lograban la afluencia popular con su presencia. La tradición continuó a principios del siglo XX y en 1923 la bendición pasó de la calle de la Farmacia a la calle de Hortaleza. Al llegar el 17 de enero un escolapio se asomaba a la ventana para bendecir y repartir saquitos de cebada en cucuruchos y panecillos del Santo.

Durante la II República se suspendieron las fiestas, que fueron reanudadas en 1943. Ese año se añadió un pregón a las tradicionales vueltas de los animales y a la bendición. También empezaron a ser asiduas las colaboraciones del Circo Price. En 1967 volvieron a suspenderse hasta que 18 años más tarde se recuperaron, continuando hasta nuestros días y con gran raigambre popular entre los madrileños.

Por último, son muchas las supersticiones que corren en torno a esta tradición, como la de comer los famosos panecillos del santo que traen buena suerte y dinero. Por cierto, estos panecillos, que se elaboran según una fórmula secreta, se mantienen tiernos durante bastante tiempo.