Mayor Oreja recuerda como actitud contra la libertad religiosa la pitada a la homilía de Rouco en el funeral de Suárez

Actualizado: viernes, 9 mayo 2014 20:41

MADRID, 9 May. (EUROPA PRESS) -

El eurodiputado Jaime Mayor Oreja ha puesto como ejemplo de actitud hostil a la libertad religiosa la "pitada y descalificación" al cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, por su homilía durante el funeral en memoria del expresidente del Gobierno Adolfo Suárez, cuando alertó de que los "hechos y actitudes" que llevaron a la Guerra Civil podrían volver a darse, y ha defendido que lo único de lo que advirtió el cardenal fue del "riesgo" de olvidar la tarea del expresidente.

"El cardenal Rouco pronuncia un discurso esencialmente religioso y solamente en un momento dado se introduce en la política haciendo un elogio del papel de Adolfo Suárez y de una generación de políticos de haber tratado de enterrar la confrontación de las dos Españas. Como homenaje a su obra se atreve a señalar con una breve y sencilla consideración, una obviedad; el riesgo de olvidar su tarea", ha recordado este viernes Mayor Oreja, durante la IV Jornadas de Libertad Religiosa organizadas por Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) que le ha concedido un premio por su defensa de la libertad religiosa en el Parlamento Europeo.

Ante este discurso, según ha precisado el todavía vicepresidente del grupo popular europeo, "en la mayoría de los ambientes y medios políticos democráticos" Rouco "recibió una sonora y casi unánime pitada y descalificación".

Esta actitud contrasta, según ha añadido, con lo que ocurrió el 27 de noviembre de 1975 cuando el cardenal Tarancón, entonces presidente de la Conferencia Episcopal Española, en la homilía de la misa en la Iglesia de los Jerónimos de Madrid tras la proclamación del Rey Juan Carlos como rey de España, pronunció "un discurso esencialmente político que fue interpretado como la apertura de la Iglesia española a la democracia" y que recibió "un sonoro y casi unánime aplauso" en todos los ambientes y medios políticos democráticos.

Este es uno de los ejemplos que, a juicio de Mayor Oreja, simboliza "la evolución de una actitud tanto en el ámbito español como en el ámbito europeo" aunque ha señalado que el debate entre los creyentes no debe ser "la evolución de esta hostilidad en términos de velocidad" sino en "tratar de asentar y definir una actitud propia".

Concretamente, invita a reivindicar el valor profundo de la libertad para todos, incluidos los creyentes, y a abandonar el "miedo reverencial" provocado por la "moda dominante del relativismo" a ser considerado "un carca, un cavernícola, un hombre del pasado, un extremista, un enemigo del devenir de los tiempos, un fundamentalista".

En este sentido, ha indicado que, de su experiencia profesional en el País Vasco ha aprendido que "es más difícil superar el miedo reverencial a una moda dominante --en su caso fue el nacionalismo-- que el miedo físico a una organización terrorista como ETA".

Para el político español, "el fenómeno relativista se asienta en la mentira y necesita mantener vivo un proceso para destruir la institución que defienda la verdad como concepto, la institución no relativista por excelencia, que es la Iglesia".

En todo caso, ha admitido que hoy esta "agresividad y hostilidad" no se manifiesta, por lo general, con violencia física en la sociedad pero considera que año tras año, se trata de generar un creciente "miedo reverencial" a quienes coinciden y defienden las mismas posiciones que la Iglesia Católica. También ha recordado que en otras partes del mundo esta hostilidad es "cruenta, bárbara" como en Nigeria, Irak o Siria.

En la que seguramente sea su última aparición pública como político, Mayor Oreja ha lamentado que quienes defienden la puesta en marcha de una sociedad "post-cristiana" necesitan "con urgencia, y a veces con cierto histerismo, desmontar, una tras otra, todas las instituciones y las referencias permanentes que el cristianismo ha ido construyendo a lo largo de la historia" sin tratar de dialogar con la Iglesia, ni siquiera de desarrollar la laicidad positiva de la que hablaban el presidente Sarkozy y el Papa Benedicto XVI hace pocos años.