Peregrinos polacos vuelven a San Pedro a agradecer la santidad de Juan Pablo II, el papa de los jóvenes

Actualizado: lunes, 28 abril 2014 11:19

ROMA, 28 Abr. (EUROPA PRESS) -

Miles de peregrinos polacos han regresado este lunes a la Plaza de San Pedro para asistir a la misa de agradecimiento por la canonización de Juan Pablo II, presidida por el vicario general del Papa, el cardenal Angelo Comastri, que ha subrayado en su homilía que Karol Wojtyla defendió "la vida" y "la paz" y supo "liberar a los jóvenes de la cultura del vacío y de lo efímero".

En este sentido, ha subrayado que San Juan Pablo II tuvo el coraje de "defender la vida humana" y que lo hizo en un época en la que primaba "la cultura del descarte de los más débiles" por la "carencia del amor".

Igualmente, ha subrayado su defensa de la paz y ha recordado que en 1991 y en 2003 "intentó con todas sus fuerzas impedir la guerra del Golfo" y que, aunque no fue escuchado, "no se cansó de gritar paz" y de decir que "la guerra no resuelve problemas, los multiplica".

También ha puesto de manifiesto que la santidad de Juan Pablo II se basa en que "tuvo el coraje de hablar abiertamente de la fe en Jesús en una época de apostasía silenciosa", en la que se vivía "como si Dios no existiera". En esta línea, ha recalcado que defendió a "la familia" en un tiempo en el que se promovía "confusión pública y agresión" hacia ella.

El vicario general del Papa Francisco y arcipreste de la Basílica de San Pedro en el Vaticano ha reseñado que el Papa polaco encontró a los jóvenes "para liberarlos de la cultura del vacío y de lo efímero" y que los invitó a "acoger a Cristo, única luz de vida".

Por otro lado, ha subrayado que reformó el sacerdocio en momentos "crisis sacerdotal" al tiempo que "propuso de nuevo con convicción la devoción a María", tras el Concilio Vaticano II. Ante miles de personas, ha recordado el funeral de Juan Pablo II el pasado 8 de abril de 2005 cuando "un viento improvisado comenzó a pasar las páginas del Evangelio" y cómo la gente de la Plaza de San Pedro gritaba Santo Súbito "con ojos húmedos de llanto".