Reforma de actitudes y una "franciscomanía" que no caduca, lo que deja el Papa en su primer año, según expertos

Actualizado: miércoles, 12 marzo 2014 19:41

ROMA/MADRID, 12 Mar. (EUROPA PRESS) -

El Papa Francisco ha dejado en su primer año de Pontificado una reforma de actitudes que derivará en una reforma de estructuras y una "franciscomanía" o "efecto Francisco" que no caduca, según expertos.

El profesor italiano de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Lateranense, Antonio Sabetta, ha destacado en declaraciones a Europa Press que al principio pensó que el "efecto Francisco" era un "entusiasmo del momento" debido sobre todo al carisma del Papa y que por tanto con el tiempo pasaría la "franciscomanía". Sin embargo, asegura que en seguida se dio cuenta de que Francisco no era algo "epidérmico" sino que su figura estaba "entrando en el corazón de las personas".

De hecho, señala que en Italia ha crecido el número de personas que se confiesan o que van a misa "porque lo dice el Papa Francisco" y apunta que lo "más interesante" es que "no hay devoción hacia el Papa, sino a lo que él repite cada día" y que la Iglesia se ha dado cuenta de que tiene que ser "realmente más evangélica".

Para Sabetta, Francisco ha traído un "estilo nuevo" en el que ha unido "su esencia jesuita de los pies a la cabeza, a una humanidad y compasión extraordinaria que provienen de su experiencia como pastor durante tantos años".

Además, matiza que lo del Papa Francisco no es "sólo un estilo personal" sino que también tendría que ser el "carnet de identidad de la Iglesia, hecha de fe y pasión por Cristo". "Es el hombre que decide tras haber consultado, el hombre de la vida esencial y profundamente evangélica y al mismo tiempo una persona de humanidad rica, forjada de fe, oración y de un interrumpido estar entre los hombres", recalca.

Según explica, el mensaje de Francisco lleva consigo una "revolución evangélica" que invita a la Iglesia católica a "preocuparse del pueblo de Dios, a poner a Cristo y a los demás en primer plano, a saber escuchar más que juzgar, y a amar". Y aunque precisa que este mensaje "no es algo nuevo", reconoce que "nadie lo ha repetido jamás con tanta insistencia como lo hace él".

En cuanto a las reformas emprendidas por Francisco, apunta que lo más importante es que está "dando un mayor peso a los obispos que guían las diócesis, respecto a los hombres de la Curia Romana", de tal modo que la Iglesia "respira". Respecto a cómo gobierna la Iglesia, destaca que es un hombre que "toma las decisiones en última instancia", pero que "no está solo en el gobierno". "La creación de la comisión cardenalicia, evidencia que es un Papa que consulta más", ha puntualizado.

"CORAJE" PARA "LANZARSE A REPARAR LA IGLESIA"

Por su parte, el rector de la Universidad Pontificia de Comillas, Julio Luis Martínez, ha destacado el "coraje" del Papa Francisco durante este año para "lanzarse a reparar la Iglesia" y para recordar cada día de distintas maneras "la alegría del Evangelio".

"Creo que está ciertamente suponiendo una renovación a fondo, una reforma de actitudes que irá dando lugar a una reforma de estructuras. Esto toma su tiempo, no va a ser una cosa automática ni rápida, además no debe serlo porque se trata de un cambio de bases, de cultura, de muchas cosas, que tiene su tiempo", explica.

Concretamente, subraya el "gesto continuo de acogida", desde que salió al balcón el día 13 de marzo de 2013 y dijo buenas tardes, hasta sus gestos diarios de "acogida, misericordia, de querer hacer algo positivo por la gente", tantos que "uno piensa que efectivamente tiene que haber una fuerza del espíritu ahí".

Además, precisa que le ha "impresionado mucho" que en lo que está haciendo Francisco y en cómo lo está haciendo, "se ve que le mueven grandes horizontes, los del Reino de Dios" concentrándose a la vez "en lo pequeño", acercándose a un niño, a un anciano, a un enfermo.

En todo caso, señala que cuando piensa en el primer año del Papa Francisco lo primero que quiere es "agradecer mucho a Benedicto XVI el enorme acto de conciencia y de libertad al renunciar al Papado" porque, a su juicio, "es lo que creó las condiciones para que los cardenales pudieran elegir lo que la Iglesia necesitaba".

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