Rouco llora la muerte del decano de Teología de San Dámaso y dice que su pérdida supone el designio de amor de Jesús

Actualizado: miércoles, 18 febrero 2009 19:59

MADRID, 18 Feb. (EUROPA PRESS) -

El cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, lloró hoy la muerte del decano de la Facultad de Teología de San Dámaso, el hermano Pablo Domínguez Prieto, fallecido esta semana en el Moncayo, y aseguró que su pérdida supone el designio del amor de Jesús.

Durante la Misa de Exequias celebrada esta tarde en la Catedral de La Almudena, monseñor Rouco Varela apuntó que la sociedad eclesiástica está "ciertamente consternada" por lo "inesperado de su partida y el dolor de su pérdida en este mundo".

Rememorando la última cena, Rouco subrayó que Cristo no quiere desprenderse de los que ama, sino que desea que estén con Él, vivan para siempre en Él. "En el número de estos escogidos, llamados desde la eternidad con un amor inmensurable, figura nuestro hermano Pablo, a quien queremos aplicar las palabras de Cristo: éste es mi deseo, que donde estoy yo, esté conmigo", afirmó Rouco durante su Homilía.

Tras destacar que el hermano Pablo Domínguez fue llamado por el Señor, señaló que, imitando su trabajo, "fue dejando el buen olor de Cristo, en el estudio y la enseñanza, en la dedicación a los jóvenes, en la atención espiritual, en la entrega generosa de sí".

Monseñor Rouco recordó que en la muerte prematura de quien vive en Dios, "con la prudencia y la justicia del alma, se revela también el amor de quien crea y saca de este mundo para estar con Él en la contemplación del rostro de Cristo".

Así, hizo suyas las palabras de san Jerónimo en las que decía "lloremos, sí, por los muertos, pero sólo por quienes se precipitan a la gehenna". "Pero nosotros, que cuando dejemos esta vida estaremos acompañados por un ejército de ángeles y Cristo mismo vendrá a nuestro encuentro, nosotros debemos más bien entristecernos cuando nuestra existencia se prolonga en esta residencia sepulcral", apostilló.

A su juicio, el hermano Pablo contemplaba la muerte "con mirada sapiencial". En este punto, el cardenal arzobispo de Madrid se preguntó dónde está Cristo, al tiempo que respondió: "Cristo está junto al Padre, en el seno del Padre, feliz e inmortal. De allí vino y allí retornó. Y allí, quiere tenernos con Él".

"Nuestra esperanza en esta tarde es ver cómo Cristo toma de la mano a su sacerdote Pablo y le sitúa con Él, en el Padre que le amó desde antes de la creación del mundo. Ése es su deseo, que se cumple en la muerte: que donde estoy yo, estén conmigo, y contemplen mi gloria, la que me diste porque me amabas, antes de la fundación del mundo", sentenció.

"Comprendemos que en esta muerte de Pablo, que tanto nos sobrecoge, se realiza un eterno designio de amor que Jesús expresó como deseo y voluntad última, como plegaria nacida del amor por los suyos, cuando dijo: que los que me confiaste estén conmigo, donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la creación del mundo", rememoró.

Finalmente, Rouco mantuvo que a este amor "único y eterno" los fieles encomiendan la vida, el misterio y la muerte del hermano Pablo y lo ponen en los brazos de María "para que quien un día abrazó el cuerpo de su Hijo bajado de la cruz, conforte ahora a sus padres, hermanos, familiares y amigos, con la esperanza que la mantuvo a ella de ver a su Hijo glorificado y haga de poderosa intercesora ante quien es el Señor de vivos y muertos".