Rouco Varela anima a "revisar y reforzar" la forma de tratar a Dios ante el "odio y la soberbia" del hombre

Actualizado: domingo, 25 mayo 2008 21:51

MADRID, 25 May. (EUROPA PRESS) -

El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, animó hoy a revisar y reforzar la "forma habitual de considerar y tratar la presencia eucarística del Señor" ante la situación que vive la Iglesia donde el "odio" y la "soberbia" del hombre sigue presente.

Durante su homilía en la Santa Misa celebrada en la Catedral de la Almudena con motivo de la Solemnidad del Corpus Christi, Rouco Varela habló de la necesidad de que el hombre se ofrezca y sienta "veneración y adoración pública al Santísimo Sacramento del Altar" como un deber de reparación, que a su juicio, urge en lo más hondo de la conciencia cristiana, "de los gravísimos pecados de escarnecimiento y uso sacrílego de las especies eucarísticas que se vienen reiterando impunemente, con excesiva frecuencia, en las iglesias de la capital y de la Comunidad de Madrid".

Según el cardenal, el dolor provocado "ante el hecho tristísimo de las profanaciones de la Eucaristía", debería convertirse en una respuesta y en un propósito de toda la Iglesia diocesana para revisar y reformar "la forma habitual de considerar y tratar la presencia eucarística del Señor en el Altar y en el Sagrario"

"¡Cómo nos duele el corazón ver así a Nuestro Señor, de nuevo inerme ante el odio y la soberbia del hombre, mofado, escarnecido y ultrajado en el Santísimo Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre!", indicó el monseñor al tiempo que subrayó que es preciso cuidad "mucho más el respetuoso silencio y la atención amorosa a Él --Dios--" en las iglesias y lugares donde se conserva el Sacramento de su "presencia admirable".

Rouco Varela instó a los asistentes a la ceremonia, que, por riesgo de lluvia, se tuvo que celebrar dentro de la Catedral en lugar de la Plaza de Oriente tal y como estaba previsto, a enseñar a los niños y jóvenes que en la Iglesia, "que visitan, en su Sagrario, pueden encontrar a Jesucristo, el gran amigo que les ama, les quiere salvar y hacer felices".

Así, apuntó que quiere que vuelvan a aflorar en las comunidades cristianas aquellos sentimientos de delicada piedad eucarística que se han heredado de los más mayores y que propicia la disciplina de la Iglesia. "Toda renovación pastoral de la vida cristiana y de la vida y ejercicio de la misión evangelizadora de la Iglesia --¡la que hemos querido promover con nuestro III Sínodo Diocesano!-- pasa por una renovación de la fe, de la piedad y de la vida eucarística: autentica, perseverante, finamente espiritual", añadió.

En este sentido, señaló la importancia de renovar hoy en día la fe de la Iglesia "en la presencia real y substancial de Jesucristo en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía" y mantuvo que no hay que disminuir el significado de esta presencia dentro de la vida de la comunidad eclesial, ni tampoco en su relación con las realidades temporales.

"Renovar la profesión de Fe en esa presencia eucarística de Jesucristo, en comunión con la fe de la Iglesia, es hoy no menos urgente que entonces, cuando España, Europa y el mundo de principios del siglo XX, fascinados ya por los progresos de las ciencias empíricas modernas, sentían fuertemente la tentación de declarar 'la muerte de Dios'; despreocupados de sus fatales consecuencias para el futuro del hombre", apostilló.

Según el cardenal arzobispo de Madrid, "esa tentación latente en el corazón del hombre pecador", vuelve a manifestarse ahora con expresiones sociales y culturales que niegan la verdad de la presencia de Dios en el mundo y en la historia, "con los riesgos, naturalmente, de los mismos -o, quizá, más graves- efectos destructivos, que se corrieron fatalmente a comienzos del siglo XX a costa de los bienes más preciados del hombre".

"También hoy vuelve a ser cuestionado en múltiples contextos de la sociedad actual el reconocimiento incondicional de su dignidad personal, sea cual sea su edad, su procedencia étnica, su estado físico y psíquico de salud, su preparación profesional, sus cargos y riquezas, su visión de la vida", subrayó el religioso al tiempo que recordó que los más débiles acostumbran a ser en estas coyunturas históricas los más directamente afectados por 'la ausencia de Dios', propagada y querida por sus contemporáneos.

"CIVILIZACIÓN DEL AMOR"

Durante la homilía del Corpus Christi, Rouco Varela habló de la creación de una nueva civilización, "la civilización del amor", que proviene de que "Dios es Amor", y de que hay que ser consecuentes en la acogida de ese Amor.

"Acerquemos con nuestro humilde servicio esa fuerza salvadora a nuestros hermanos, tratemos de hacerlo movidos por aquella especial ternura que Jesús mostró en el Evangelio en su trato con los más pequeños, los más necesitados del perdón de Dios, con los pobres*, entonces despuntará una nueva civilización: "la civilización del amor", apostilló.

Así, mantuvo que ese Amor está en el Corazón Eucarístico de Jesús, en su presencia eucarística entre las personas. Según el cardenal, es ahí donde se encuentra el tesoro del verdadero amor que el hombre necesita para salvarse. "Todos estamos necesitados de ese amor. En el fondo de nuestras almas, tan debilitadas, heridas y dolidas por nuestros pecados, sentimos la sed humanamente inapagable de ese Amor", añadió.

Rouco continuó la Eucaristía recordado que la Iglesia es la comunidad de los que por la fe y el Bautismo han recibido y reciben "la vida nueva de Jesús Crucificado y Resucitado por la salvación, presente en la Eucaristía" y que sólo puede constituirse, y aparecer de forma visible, como "un sacramento o signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano", si crece y vive como el Cuerpo de Cristo que se alimenta de su Carne santísima y se reconforta con la bebida de su Sangre preciosa, salida de su Corazón".

"Sólo acudiendo a la fuente de la santidad y de la gracia que es y representa la presencia eucarística del Señor en medio de su Iglesia, sus hijos podrán caminar juntos por la vía regia de la conversión y del amor cristiano, buscando la santidad personal en la realización de la perfección de la caridad", indicó.

Para concluir, el cardenal aseguró que la lección más sublime de cómo venerar y adorar al Santísimo Cuerpo y Sangre de Jesucristo se recibe en "la Escuela de María". "Dos son los momentos de su relación con Jesús, su divino Hijo, donde brilla con singular belleza la forma como su amor de Madre envuelve de gestos de exquisita y femenina adoración a ese Hijo de sus entrañas, que era el Hijo Unigénito de Dios: en la Cuna de Belén y en el Árbol de la Cruz", recordó.

"Imitémosla hoy en nuestra celebración solemnísima del Corpus: adorando y presentando públicamente a Jesucristo Sacramentado a nuestra Ciudad y al mundo, como su único y verdadero Salvador", concluyó el sacerdote, que procedió a continuar la celebración con la procesión del Santísimo Sacramento por varias calles del centro de la capital.