Uriarte dice que le duele comprobar que "la comunión está herida" tras la carta de los sacerdotes críticos con Munilla

Actualizado: domingo, 20 diciembre 2009 12:26

Entiende "legítimo el deseo de una participación mayor de las diócesis en la designación de sus obispos"

BILBAO, 20 Dic. (EUROPA PRESS) -

El obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, asegura que la carta firmada por el 80 por ciento de los sacerdotes guipuzcoanos contra el nombramiento como su sucesor de José Ignacio Munilla, que le relevará en enero, refleja que "la comunión está herida y necesita sanación", algo que "le duele comprobar".

En una entrevista en el diario Deia, recogida por Europa Press, también defiende que es "legítimo el deseo que existe en muchas partes del mundo de una participación mayor de las diócesis a la hora de preparar la designación del obispo", cuyo nombramiento, finalmente, debe recaer en "el Papa, naturalmente".

El prelado señala también que expresará "directa y fraternalmente" a los curas su opinión sobre la misiva, que supone que "la comunión está herida", pero no está "quebrada, ni mucho menos".

Sobre su labor al frente de la Diócesis de San Sebastián, indica que se ha sentido "querido y apreciado", por lo que su partida le produce "pena, por una parte, e interés vivo por el futuro de la diócesis". "¡Voy a seguir enganchado a Guipúzcoa!", añade.

En cuanto a la adaptación de un nuevo obispo a la diócesis a la que llegue, explica que, en general, tanto el obispo como la propia diócesis "tienen que adecuarse mutuamente, el uno al otro", porque, de esta forma, "se evita el desgobierno y, por otra parte, el bloqueo".

Sobre el rechazo de parte del clero guipuzcoano a la llegada de Munilla, advierte de que "las tensiones internas pueden debilitar más todavía" a la Iglesia católica "si no se gestionan bien". "Tengo el deseo y la esperanza de que no se produzca el debilitamiento", subraya.

Uriarte también asegura, en relación con su trabajo personal para su sucesión, que informó a las instancias que debían tomar esta decisión sobre "la verdadera situación de la diócesis -con sus luces y sombras- y también del perfil del obispo que es conveniente para liderarla".

El obispo también dice que ha respondido en varios asuntos a la petición de consejo realizada por su sucesor, al que también le ha recomendado que "tenga paciencia, que trate personalmente mucho con los sacerdotes, religiosos y laicos", porque son necesarios "paciencia, trato frecuente y suavidad para incardinarse mejor en la diócesis".

El obispo de San Sebastián también entiende que la Iglesia católica "debe entrar en la dimensión ética de los problemas, no en política, ni en economía ni en cualquier otro saber".

ETA

Sobre su postura frente a ETA y en favor de las víctimas del terrorismo, lamenta "la incomprensión, la antipatía y hasta la calumnia de bastantes políticos a través de medios estatales y algunos locales".

"Me ha dolido mucho escuchar que estoy más cerca de los verdugos que de las víctimas. Que mi reprobación moral a ETA era tibia y escondía cierta connivencia. Me ha apenado que la defensa de ciertos derechos humanos intangibles, como el de la integridad física y moral de todos los detenidos, haya sido interpretada de esa forma", recuerda.

A su entender, la Iglesia católica no puede "renunciar" al mensaje que él ha predicado costándole "dolor e insomnio", es decir, a la apuesta por "el diálogo en determinadas condiciones, la reconciliación y el perdón".

En concreto, señala que sin que tengan conocimiento de ellas los medios de comunicación públicos, ha realizado visitas a "muchas víctimas" de Guipúzcoa,

Por otro lado, aunque considera que "en el futuro" su mediación con ETA no será necesaria, precisa que "si fuera necesaria" y las partes se lo solicitaran, su "amor por la paz" le llevaría a "aceptar el reto", aunque fuera "con bastón" debido a su avanzada edad.

Preguntado por los presos de ETA y sus familiares, indica que son más de 700 familias y se pregunta "¿cómo no ser sensible a este dolor?". Sin embargo, reconoce que "el sufrimiento de quienes han perdido a las más de 800 víctimas de ETA tiene una densidad mayor y merece una atención mayor y una condena más reiterada".

"Pero, ¿por qué aludir a las familias de los presos es un insulto a las víctimas? No entiendo que, haciendo las cosas con la debida mesura y proporción, pueda producir las críticas y los insultos que se profieren", añade.