El Vicario Judicial de Zaragoza señala el desconocimiento de la pareja y del amor conyugal como causa de las rupturas

Actualizado: domingo, 25 noviembre 2007 16:40

ZARAGOZA, 25 Nov. (EUROPA PRESS) -

El Vicario Judicial y presidente del Tribunal Interdiocesano de Zaragoza de Primera instancia, Roberto Ferrer, ha estimado que son varias las causas que llevan al fracaso conyugal, entre las que se encuentran la falta de conocimiento mutuo de la pareja al contraer matrimonio y la ignorancia de lo que es el verdadero amor conyugal.

"Asombra y apena la cifra altísima, con tendencia creciente de los matrimonios fracasados", ha declarado a Europa Press, por los que no debe entenderse los matrimonios que pasan crisis de compenetración o de crecimiento "que a lo largo de toda relación de pareja suelen existir, sino aquellos que pasan por esas crisis de forma tan virulenta que producen la muerte de la pareja".

Respecto a la falta de conocimiento mutuo de la pareja al contraer matrimonio, Ferrer ha explicado que ha percibido en las parejas "una falta de aceptación sincera y realista del modo de ser del otro cónyuge", algo que ha achacado por "la frivolidad a la que se llega en algunos noviazgos" y a "creer que la finalidad del noviazgo es casarse en lugar de conocerse". Hay personas que "no saben dar razón de por qué se casaron", ha subrayado.

En relación con la ignorancia de lo que es el verdadero amor conyugal y la falta de la debida preparación, ha indicado que hay "expectativas erróneas de felicidad", felicidad que "está hecha de muchos ingredientes que, en general, no son los mismos en el hombre que en la mujer, y mal haría uno de ellos si descuidara aquello que le hace feliz al otro solamente porque no le hace feliz a él", ha opinado.

La Fundación Joaquín Roncal, en la colaboración con el Tribunal Interdiocesano de Zaragoza, ha organizado unas jornadas que comenzaron el pasado 14 de noviembre con la conferencia 'Matrimonio y causas principales que hoy aparecen como originantes de la nulidad del matrimonio' y que se completará el 12 de diciembre con la mesa redonda 'Problemática jurídica de la vida en pareja', que tendrá lugar en el Centro Joaquín Roncal de Zaragoza, las 19.30 horas y con entrada libre.

Roberto Ferrer se ha referido a otras causas de rupturas como la falta de madurez psicológica, que lleva a algunos matrimonios a "vivir juntos, pero no unidos", con "factores psicológicos hacen imposible la formación de una auténtica comunidad de vida y amor". También ha comentado que hay casos de "profunda incompatibilidad de caracteres". No ha obviado tampoco que son causa de declaración de nulidad matrimonial, y no sólo de separación, algunos supuestos de violencia de género.

Asimismo, hay ocasiones en las que se produce una intromisión de familiares en la vida privada de los esposos, como puede ser una madre posesiva, incapaz de asumir que su hijo tiene que hacer su vida con autonomía y que la jerarquía de los afectos de su hijo ha cambiado a partir de cierto momento, algo que "puede llevar a una pareja al borde del precipicio si no sabe poner a tiempo las cosas en su sitio".

OTRAS CAUSAS.

El Vicario Judicial ha señalado que las rupturas matrimoniales tienen su origen, en ocasiones, en una falta de conciencia del compromiso de unión definitiva y estable que se ha adquirido, con una "cierta incapacidad de tipo psicológico y ambiental" de forma que cuando a la pareja le llegan las primeras dificultades y las crisis inevitables "esas uniones saltan hechas añicos".

"La fidelidad a la palabra dada y a los compromisos adquiridos, ante el otro cónyuge y con los hijos, hoy, desgraciadamente, no es un valor en alza". Dentro de este ámbito ha mencionado, asimismo, problemas de juego, alcohol, droga y, últimamente, la dependencia a determinadas relaciones virtuales a través de internet, con lo que lleva consigo de abandono de las obligaciones conyugales, familiares y laborales.

También mencionó hechos como que uno u otro sean patológicamente celoso y el mal funcionamiento de la vida sexual. Ferrer ha relatado al respecto que "el amor ciertamente no es lo mismo que la sexualidad, pero ésta es una pieza que integra o desintegra a la pareja según la manera que la pareja tenga de vivirla; el amor conyugal es, entre otras cosas, amor con sexualidad".

Finalmente, se da, a veces, una "falta de una auténtica libertad en la decisión de contraer" matrimonio, de forma que "no se conjuga el verbo querer como debe conjugarse", es decir, "me caso contigo porque quiero y porque te quiero", ha explicado.

Además, puede celebrarse un matrimonio que no se quería celebrar por presiones internas (como obsesiones) o externas (presión de los padres) "o precipitadamente por el qué dirán ante un embarazo que inesperadamente se ha presentado, por ejemplo", ha manifestado Ferrer.

SABER QUÉ SE HACE.

Así las cosas, el Vicario Judicial ha precisado que "la falta de discreción de juicio es uno de los capítulos de nulidad que más se invocan actualmente" y por eso su tarea consiste en "saber si los contrayentes hacen un juicio crítico, valorativo o estimativo de lo que es y a lo que se compromete uno al contraer matrimonio".

"No se trata solo de que la gente sepa lo que está haciendo cuando se casa, sino que sopese también los pros y los contras que su unión lleva consigo al comprometerse a correr la misma suerte en la vida y libremente lo quiera", ha aclarado y ha puntualizado que "será después de casarse cuando se pueda constatar si uno es capaz o no de asumir aquellos compromisos que el matrimonio conlleva y que conocía".

Por todo esto, "en la preparación y admisión al matrimonio nos jugamos, en buena parte, el porvenir del matrimonio cristiano y de la familia que de él nace y fundamenta su estabilidad", preparación que puede contribuir a prevenir las situaciones de fracaso "que suponen una profunda herida en el corazón mismo de la Iglesia", además de "un caudal de sufrimiento" en los cónyuges "que no puede dejarnos indiferentes" y hacia quienes "hay que estar con los brazos abiertos".

No obstante, "no todo se puede evitar porque la libertad humana es un asombroso misterio y la fe no sólo una aceptación intelectual sino un don que no se merece y que por tanto se recibe gratuitamente y ante el que sólo cabe agradecer y pedir a Dios nos la conserve, cooperando humildemente con su gracia", ha agregado Ferrer.

En este sentido, ha argumentado que "en una sociedad donde los términos bautizado y creyente no son siempre coincidentes en una misma persona, no puede ser título, y suficiente, el aportar la partida de bautismo para ser admitido cuasi automáticamente a un sacramento, el matrimonio, que conlleva un caudal tan grande de compromiso vital".

BUSCAR UN EQUILIBRIO.

Roberto Ferrer ha valorado que hay que buscar un justo equilibrio "entre los que quieren hacer del matrimonio sacramental un absurdo y anticristiano 'gueto' de selectos y los que parecen considerar al sacramento del matrimonio de rango inferior a otros sacramentos". A su entender, "el sacramento del matrimonio presupone la fe" y "el matrimonio sacramental, en su plena configuración eclesial, no puede empezar y terminar en la celebración litúrgica del mismo".

Así, ha abogado por encontrar en la Iglesia "los medios para conservar y dinamizar la vocación familiar cristiana" porque sino "la renovación que buscamos en la familia no pasará de ser un juego de palabras sin contenido" y ésta es "una tarea en la que todos estamos comprometidos".

Al respecto, se ha preguntado si quien carece de fe puede tener suficiente intención de hacer lo que hace la Iglesia en la administración del sacramento para que éste sea válido, "teniendo en cuenta que en el matrimonio los propios contrayentes son los ministros del sacramento" por lo que "éste es un problema de gran alcance teológico, jurídico y pastoral". Ferrer ha indicado que el año pasado se presentaron en Aragón unas 60 demandas de nulidad, de las que se suelen resolver el 95 por ciento favorablemente.