"Ver a alumno sacando cosas nuevas de su guitarra es igual de gratificante que el aplauso del público", reconoce el artista sevillano
SEVILLA, 13 Nov. (EUROPA PRESS) -
Tener como profesor de guitarra flamenca al Premio Nacional de Jóvenes Intérpretes de Guitarra Flamenca, Premio Nacional de la Cátedra de Flamencología de Jerez de la Frontera, Premio del Festival Nacional del Cante de las Minas en La Unión (Murcia), Premio Internacional de Badajoz o al Premio 'Giraldillo del Toque' de la Bienal de Arte Flamenco de Sevilla es posible.
Pero sólo si uno se matricula en el Conservatorio Superior de Música 'Rafael Orozco' de Córdoba, el único que imparte el Título Superior de Flamenco en sus dos modalidades, flamencología y guitarra flamenca. Es en esta última especialidad donde Daniel Navarro, alias 'Niño de Pura' y propietario del mencionado currículum, comparte todo su arte y maestría al toque con sus alumnos.
'Niño de Pura' se incorporó hace ya seis años como profesor de guitarra flamenca a este singular conservatorio andaluz. "Entonces no había ningún titulado superior en esta especialidad. Me llamaron para ser profesor y, como yo llevaba años dando clases particulares y también me gustaba la docencia, me incorporé al conservatorio", explica en declaraciones a Europa Press.
Cinco promociones después, tres de los alumnos de la primera promoción a la que impartió clases 'Niño de Pura', son hoy sus colegas docentes en el 'Rafael Orozco'.
"La docencia y la vida de artista son dos mundos muy distintos", reconoce este maestro de la guitarra. No obstante, alcanza a ver similitudes entre ambos. "Cuando uno se enfrenta a una clase se encuentra con muchos tipos de alumnos, y algunos de ellos les cuesta más trabajo. Pero son mis retos y eso es comparable a cuando te subes a un escenario. Ver a alumno sacando cosas nuevas de su guitarra es igual de gratificante que el aplauso del público", admite.
Precisamente son estos jóvenes alumnos los que le animan también a seguir ahondando en su espíritu creativo. Sobre todo, reconoce, "porque llegan con muchas ganas y mucha ilusión" y resulta "increíble verlos probar una y otra vez a ver si sacan cosas nuevas". "Así era yo de joven", recuerda.
No obstante, 'Niño de Pura' clasifica a sus alumnos en dos grupos: los que quieren ser artistas y subirse a un escenario, y los que estudian guitarra flamenca para obtener la titulación superior y dedicarse a la docencia. Éstos último, asegura, son los más numerosos en el Conservatorio Superior de Córdoba. Justo lo contrario que en la Fundación de Arte Flamenco Cristina Heeren donde también imparte clases. Allí, "la gran mayoría quiere crecer como guitarrista y vivir de ello".
En ambas escuelas, sin embargo, hay un elemento común en lo que a alumnado se refiere. Vienen de todos sitios de España y del mundo a aprender flamenco en una de sus cunas, Andalucía. "En Córdoba, en torno a un 30 por ciento de los estudiantes son extranjeros; en la Fundación, esta cifra se eleva hasta el 80 por ciento o incluso más", describe impresionado. "Es increíble las ganas con las que vienen a España a tocar o a bailar", recalca.
DESCUBIERTO POR MANOLO SANLÚCAR
"Soy joven, pero llevo muchos años haciendo muchas cosas". Así resume 'Niño de Pura' su gran currículum, el cual, empezó a fraguar cuando tan solo tenía 12 años y fue descubierto por el también guitarrista Manolo Sanlúcar, con el que convivió durante todo un verano en su casa de la localidad gaditana que le da el apodo.
"A partir de ese momento me di cuenta de que yo tenía que comer de la guitarra. Me subía a los escenarios y la gente me aplaudía". Para lograrlo, Daniel se presentó "a todos los premios nacionales que había" y comenzó a dar conciertos por toda España y a lanzar al mercado sus discos, entre ellos, 'Pozo y Caudal' y el homónimo 'Niño de Pura'.
Reconoce que ya no da clases particulares porque "no le queda tiempo" y no es de extrañar viendo su agenda. Su última actuación fue en la Bienal de Flamenco de Sevilla, pero la siguiente será el próximo mes en Milán. Y mientras tanto, clases en el 'Rafael Orozco' de Córdoba y en la Fundación Cristina Heeren en Sevilla, al tiempo que intenta "crear cosas nuevas". Todo un "reto" que acepta con las ganas casi de un 'principiante'.
