La única cofradía femenina de Aragón confía en la renovación generacional que asegure su pervivencia

Imagen de la Cofradía de las Exclavas de la Virgen de Dolores
A OLMO
Actualizado: viernes, 30 marzo 2018 10:22

ZARAGOZA, 30 Mar. (EUROPA PRESS) -

La única cofradía de Aragón formada exclusivamente por mujeres, las Exclavas de la Virgen María Santísima de los Dolores, confía en la renovación generacional que asegure su pervivencia tras cumplir el 151 aniversario de su creación.

"Ingresa menos gente que en otras cofradías, pero nos vamos manteniendo. Hay renovación pero es lenta y es muy intergeneracional ya que se va transmitiendo de madres a hijas. Tenemos familias con la abuela, las hijas y las nietas", ha detallado la hermana mayor de Cofradía de las Exclavas de la Virgen de Dolores, María del Carmen Etayo.

En declaraciones a Europa Press, María del Carmen Etayo ha relatado que hay gente joven, pero la media supera los 50 años. La más joven tiene 12 años y la más mayor 90 años, que todavía participa en la procesión del Sábado Santo.

"Somos más desconocidas que otras cofradías" ha considerado Etayo para dejar claro que le une la "devoción" y también la "gran soledad que hay en la sociedad actual a la que esta virgen parece que se identifica más porque es más callada, más humilde y serena. Es otra cosa, no se hace tanto ruido, invita al recogimiento. Es una cofradía muy seria", ha precisado.

Precisamente, esta labor solidaria y discreta la practican durante todo el año. "Hacemos obra social como ayudar a mujeres solas, que carecen tanto de medios económicos como de red familiar o social, ya que no tienen a nadie alrededor".

Etayo ha dejado claro que están dispuestas a llegar al 175 cumpleaños y "que sigan llegando nuevas hermanas para llegar al 200 aniversario y siguientes", ha bromeado.

LUTO RIGUROSO

Las 165 integrantes, cuyas edades oscilan entre los 90 y los 12 años, procesarán este Sábado Santo, de riguroso luto y en silencio desde la Iglesia de San Pablo, a las 11.00 horas, para volver al mismo punto unas dos horas después.

Estas hermanas van ataviadas de riguroso negro, con mantilla de gasa o tul negro sujeta con cofia también negra, escapulario blanco y el cíngulo tiene siete nudos por los siete dolores de la virgen. No portan instrumentos solo dos campanas que tocan 'a muerto' y solo se sacan el día de la procesión del sábado porque en la del Santo Entierro acuden exclusivamente con las velas.

La virgen del paso es una dolorosa sin joyas, ni corona y lleva manto negro y mantilla blanca. La talla está atribuida a la escuela de Palau y porta una corona de espinas en la mano.

El recorrido de la procesión del Sábado Santo comienza en la Iglesia de San Pablo, a las 11.00 horas, y tras recorrer varias calles del Casco Histórico llegan a la plaza del Justicia, donde se hace un acto de adoración al Cristo de la Cama. El trazado prosigue por distintas vías hasta llegar a la plaza de San Nicolás, donde se realiza un acto del soledad ante el Monasterio de la Resurrección y se vuelve a San Pablo sobre las 14.00 horas.

El Domingo de Resurrección se hace un culto en la Iglesia de San Pablo a la Virgen de la Gloria, que es una talla de Albareda y las hermanas cofrades permanecen en octavario (8 días) con celebración de misa que dedican a distintas causas. La virgen estará expuesta hasta la Pascua de Pentecostés (celebración del descenso del Espíritu Santo).

HISTORIA

Esta cofradía se crea en 1866 por el cardenal arzobispo de Zaragoza, Fray Manuel García Gil, e inicialmente la conforman cinco mujeres catequistas con devoción a la Virgen de los Dolores.

Se funda en el convento de los Padres Predicadores en el antiguo Ayuntamiento, ubicado en la plaza de Santo Domingo porque el cardenal arzobispo era de la orden de los Dominicos. Tras la guerra de 1868 salen del convento y les recibe la parroquia de San Pablo, donde mantienen su sede.

"Seguimos la tradición siendo solo una cofradía de mujeres", la única en Aragón aunque hay otras en España, como en Cartagena o Galicia, ha indicado Etayo. En su origen eran solteras, pero desde mediados del siglo XX se acepta la entrada de mujeres casadas, que se unen a la congregación.