AMP.El acusado de retener y agredir al novio de su expareja lo niega y se hallaron sus huellas en el lugar

Actualizado: miércoles, 10 diciembre 2014 14:57

SANTANDER, 10 Dic. (EUROPA PRESS) -

El acusado de retener por la fuerza y agredir al novio de su expareja para que le confesara el paradero de ésta ha negado los hechos en el juicio celebrado este miércoles contra él, en el que se ha puesto de manifiesto que aparecieron huellas suyas en el lugar donde ocurrieron los hechos, en una nave de Reinosa, concretamente en el interruptor de la luz y en tres de varios tickets de compras de la víctima, que también aparecieron allí.

El hombre, de nacionalidad rumana y que se enfrenta a una pena de ocho años de cárcel por sendos delitos de detención ilegal, lesiones y amenazas graves, ha justificado la presencia de las huellas en los resguardos porque "una o dos semanas" antes de los hechos había estado tomando un café con la víctima, que conocía desde hacía cinco años y era su "mejor amigo", y al que además había dado trabajo en numerosas ocasiones en la construcción, ya que "no tenía dinero".

Según ha relatado, en ese encuentro -que se produjo tras "meses" sin verse- el agredido le mostró los tickets que llevaba en su cartera a raíz de un comentario del agresor, que se refirió al traje que llevaba puesto opinando que era "muy chulo", y que parecía "muy bueno" y "caro", por lo que le debía haber costado "mucho dinero" ("ciento y pico euros", según le aseguró la víctima y él no se lo creyó, de ahí que le mostrara las facturas).

Y aunque el acusado, I.D.C, que previamente había salido durante cinco años con la chica en cuestión, ha asegurado que el día en que supuestamente ocurrió todo -en la madrugada del 23 de agosto de 2012- acababa de llegar de Rumanía, el dueño de la nave donde se habría producido la retención y agresión ha afirmado que la tarde anterior había estado con él dentro del local.

Según ha relatado, el acusado fue hasta su domicilio para pedirle prestados unos andamios para una obra, que ya le había solicitado y dejado con anterioridad, en otra ocasión en la que fue al lugar acompañado por la víctima.

La hija de este hombre también ha declarado en la vista y ha afirmado asimismo que vio a I.D.C. el día anterior en las inmediaciones del domicilio familiar, cerca de la nave, e incluso le saludó. El acusado solo ha reconocido haber estado en la localidad campurriana el día 23 por la tarde, para pedir al hombre los citados andamios, y ha asegurado que fue "solo" y en su coche, un Audi A6.

En la sesión -en la que no han comparecido la víctima, ni su madre y hermano, también rumanos y que no han sido localizados- el acusado ha manifestado que llegó a Santander, procedente de Rumanía, el día 23 por la mañana, y que tras descargar unas cosas que traía de su país, llamó a la madre de la víctima, que le "invitó" a tomar un café en su casa, donde se encontraba con su otro hijo y hermano del agredido.

Según ha dicho, se puso en contacto con la mujer porque tenía "muy buena amistad" con la familia, a la que dejaba "dinero", y que lo hizo para preguntarle por la víctima y, también, por su exnovia, "nada más", ya que no sabía nada de ambos, pese a haber trabajado con él y salido con ella (la chica, por su parte, había trabajado cuidando a una hija del dueño de la nave de Reinosa).

Y tras asegurar que no sabía "nada de ese tema", de que su expareja fuera novia de la víctima, ha negado igualmente que fuera al domicilio -donde estuvo "como mucho diez minutos"-- con alguien más o que dijera a la familia que su acompañante era "de la mafia rumana" y que iba a conseguir el dinero que le debían "por la buenas o por las malas" o, si no, "pagarían con su vida", --la exnovia y la víctima--, como aseguró el hermano de este último en su declaración y que ha sido leída en el juicio.

En dicho testimonio, asevera además que revolvieron toda la casa en busca de dinero, y que sufrieron distintas amenazas, incluidas de muerte, o que les dijeran que tenían tres coches siguiéndoles en Santander, Burgos y Teruel (estos dos últimos destinos se corresponden con las ciudades adonde se habría trasladado a vivir la exnovia del acusado, denunciada por éste por robarle -según ha dicho I.D.C.- el dinero que había ganado en siete años de trabajo).

Ante esto, el chico sospechó de que podrían tener retenido a su hermano y denunció los hechos, al igual que hizo la propia víctima, que en su declaración -leída igualmente en la vista- manifestó que ambos tenían una "mala relación" en el momento de los hechos y achacó todo a que entonces él saliera con la exnovia de su amigo.

Según aseguró en su día, el acusado le llamó y quedaron en una calle de Santander. Allí se subió a su vehículo (un Audi A6) para que, supuestamente, le acercara a su casa, pero cuando estaban cerca del domicilio se montaron en el coche tres personas más, que comenzaron a agredirle para colocarle la cabeza hacia abajo y que no viera hacia dónde le estaban llevando.

También, según su versión, le amenazaron con una navaja para tratar de averiguar el paradero de la exnovia. Al cabo de un rato de conducción, le sacaron del vehículo y le introdujeron en un nave donde le pegaron y le advirtieron que iban a traer a "un gitano rumano experto en torturas" si no les decía dónde estaba la chica. Como consta en la denuncia, la víctima logró escapar cuando dos de los individuos que le custodiaban se quedaron dormidos y, tras caminar de noche durante unas dos horas, dio con unos agentes de tráfico a los que comunicó lo ocurrido.

Estos efectivos han señalado en el juicio que fue una situación "extraña", ya que el hombre apareció haciendo "gestos y señales". Han apuntado que estaba "muy nervioso", "desorientado" e iba "mal vestido", con "poca ropa", "sucio" y "desarreglado". Según aseguraba, se había "escapado" después de ser "secuestrado", y afirmaba también que le habían "agredido" y amenazado con que le "querían mata". De hecho, según los agentes, presentaba distintas marcas y golpes.

Al margen de la lectura de estas declaraciones -extremo aceptado por la Fiscalía, la Acusación Particular y la Defensa para poder celebrar el juicio, aunque esta última parte ha presentado la oportuna protesta al no poder formular el interrogatorio preparado para los tres testigos que no han comparecido- en al sesión ha declarado uno de los agentes encargados de la inspección ocular de la nave donde sucedió todo, que ha aseverado que la puerta no estaba forzada.

Asimismo, ha detallado que los tickets entre los que se hallaron huellas del sospechoso estaban sobre un mueble cubierto por un plástico que tenía "una capa de polvo", en tanto que los resguardos estaban "limpios", por lo que -ha razonado- se el depósito en el lugar fue "reciente".

CONCLUSIONES ELEVADAS A DEFINITIVAS

Con todo lo anterior, la Fiscalía y la Acusación Particular han elevado a definitivas sus conclusiones, con la única salvedad que esta última parte ha modificado la falta de lesiones por un delito de lesiones, en tanto que la Defensa ha insistido en la inocencia y absolución de su patrocinado.

El Ministerio Público ha recalcado aspectos "inciertos", como que el acusado no estuviera en España la tarde antes de los hechos, como aseguraron el dueño de la nave y su hija, y ha incidido igualmente en las huellas en el interruptor y los tickets que aparecieron dentro del local.

La fiscal ha mantenido los ocho años de cárcel solicitado para I.D.C. y la indemnización de más de 8.000 euros para la víctima, penas que la acusación particular eleva a diez años de prisión.

Finalmente, la Defensa ha remarcado que apenas se ha hecho hincapié en el supuesto móvil de los hechos (el robo del dinero de la exnovia) y ha tachado en cualquier caso lo sucedido de un "montaje" o "película". "No cuadra nada", ha sostenido este abogado, para quien la denuncia obedece a una "maquinación del denunciante y su familia para vengarse" del acusado por la relación sentimental con su exnovia.

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