Los jugadores del Madrid acabaron los festejos por la décima 'como Dios manda', ¡de fiesta!

Sergio Ramos, el alma de la fiesta por la décima
Foto: GETTY 

MADRID, 27 May. (CHANCE) -

   El sábado fue un día que todos los madridistas nunca olvidarán. El Real Madrid se imponía por 4 goles a 1 al Atlético de Madrid en la final de la Champions League y conseguía su décimo título europeo. Los jugadores pletóricos de alegría, no dudaron en coger un avión tras el partido y trasladar la fiesta de Lisboa a Madrid, que acababa a las diez de la mañana.

   Cuando los jugadores aterrizaban en la capital a eso de las cuatro y media de la mañana, cientos de aficionados les esperaban en las calles de Madrid para, como siempre ocurre, ir a la estatua de Cibeles, donde los jugadores coronaban a la diosa con una bandera del equipo.

   Durante el recorrido los jugadores se lo pasaron 'pipa' en el autobús descapotable que les paseó por medio Madrid. Sergio Ramos, el artífice de la victoria, no paró de animar y festejar con sus compañeros la victoria de la décima. Pero cuando los festejos terminaron, muchos jugadores seguían con la adrenalina por la victoria en el cuerpo, y acababan en una de las discotecas madrileñas más de moda, Banloo.

   Hasta unos diez jugadores disfrutaron de uno de los reservados de la sala, acompañados de sus amigos y familiares más cercanos. Entre los más fiesteros estaban Coentrao, Cristiano Ronaldo, Jesé, Pepe y el alma de la fiesta, Sergio Ramos. El jugador que hizo que cambiara el rumbo del partido y de una final de infarto, cogía una de las botellas de champán del reservado y bañaba a sus compañeros poniendo un 'broche dorado' a la victoria de la décima.

   La discreción de la sala, es de lo más pero, a veces, en ocasiones como esta o como el día del cumpleaños del madridista es inevitable que no trascienda. Los jugadores intentan ser de lo más discretos en sus llegadas, nadie les ve ni como entran ni como salen, y en la sala solo se dejan ver por los que ellos quieren, por los que están en su reservado. En esta ocasión se decantaron por uno de la zona de abajo, con grandes cortilones, paredes rojas y espejos de los más barrocos aunque estuvieron en el de la planta de la entrada donde se ubica el restaurante. Pero la noche del domingo, aun hubo más y después de la celebración el Bernabéu, de nuevo, algunos jugadores, visitaron Banloo, donde la fiesta continuó. 

   Este era un día de celebraciones y merecía un fin de fiesta, por todo lo alto.

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