Los traumas infantiles y la inestabilidad emocional podrían estar asociados con el síndrome de fatiga crónica

Actualizado: martes, 7 noviembre 2006 10:00


MADRID, 7 Nov. (EUROPA PRESS) -

Los episodios traumáticos en la infancia y el estrés o inestabilidad emocional en cualquier periodo de la vida podrían estar asociados con el desarrollo del síndrome de fatiga crónica (SFC), según dos estudios de la Universidad de Emory y los Centros de Control y Prevención de la Enfermedad de Atlanta (Estados Unidos) y el Instituto Karolinska en Estocolmo (Suecia) respectivamente. Los descubrimientos, que se publican en la revista 'Archives of General Psychiatry', sugieren que el SFC y las enfermedades similares podrían proceder de la inestabilidad cerebral para afrontar experiencias de este tipo.

El síndrome de fatiga crónica afecta a entre 400.000 y 900.000 adultos en los Estados Unidos. El trastorno se define como una fatiga inexplicable que dura al menos seis meses, no mejora con el descanso e interfiere con las actividades diarias. Un diagnóstico formal de SFC debe estar acompañado por al menos cuatro de ocho síntomas adicionales que incluyen la fatiga extrema después de realizar un esfuerzo, dificultades de memoria y concentración, sueño no reparador, dolores de cabeza, dolor muscular, articular o de garganta y nódulos linfáticos inflamados.

En el primer estudio los investigadores estadounidenses compararon a 43 individuos con SFC con 60 individuos control sin el síndrome que formaban parte de un estudio más amplio entre residentes de Kansas. Los participantes, tras pasar exámenes para detectar posibles trastornos psiquiátricos, respondieron a un cuestionario que evaluaba cinco tipos de trauma infantiles: abuso emocional, físico, sexual y negligencia emocional y física. Las respuestas sobre cada aspecto fueron numeradas y sumadas para producir una puntuación de cada tipo de trauma y una puntuación global del trauma.

Los individuos con SFC tuvieron mayores puntuaciones de trauma que aquellos que no padecían el síndrome. La exposición a experiencias traumáticas aumentaba el riesgo de SFC entre tres y ocho veces, dependiendo del tipo. El abuso sexual y la negligencia emocional durante la infancia fueron los traumas más asociados con el SFC. Por cada tipo adicional de trauma experimentado, el riesgo de padecer el síndrome aumentaba un 77 por ciento.

Según los investigadores, no todos los pacientes con SFC sufrieron un trauma en la infancia, pero aquellos que sí lo padecieron tendían a tener peores síntomas que aquellos que no. Los pacientes de SFC también eran más propensos que los controles a los trastornos psiquiátricos, que incluían depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático.

En el estudio sueco, los investigadores evaluaron a 19.l92 gemelos nacidos entre 1935 y 1958, de los que 1.570 padecían fatiga crónica. De ellos, 1.120 se encontraban impedidos por su fatiga y 447 tenían los cuatro síntomas adicionales necesarios para el SFC. Ambos grupos reunían las características adecuadas para el estudio. Entre 1972 y 1973, todos los participantes respondieron cuestiones sobre sus personalidades, que los investigadores evaluaron en términos de estabilidad emocional y extraversión, y una cuestión sobre el estrés que se refería a si experimentaban como estresante su día a día.

Los investigadores desarrollaron tres análisis: uno que emparejaba cada uno de los 1.567 individuos con SFC con individuos de la misma edad y sexo que no padecían el síndrome; otro estudio que comparaba aquellos con SCF con sus gemelos sin el síndrome, ya fueran idénticos o mellizos; y un tercero que comparó sólo gemelos idénticos con SFC con su gemelo sin el síndrome.

En los dos primeros análisis, la inestabilidad emocional, definida como una tendencia individual a experimentar malestar psicológico que puede medirse a través autoinformes y es estable a lo largo del tiempo, y el estrés se asociaron con el síndrome de fatiga crónica, mientras que la extraversión no. En la comparación por edad y sexo entre individuos con y sin el síndrome, aquellos que informaron de que su vida era estresante eran entre un 64 y 65 por ciento mas propensos a desarrollar síndrome de fatiga crónica. En el análisis que comparaba gemelos, el riesgo aumentaba hasta un 500 por ciento. Según los autores, estos resultados sugieren que algunos genes podrían servir como un efecto barrera mientras que otros individuos sensibles son más susceptibles al impacto del estrés.

Cuando se evaluaron sólo los gemelos idénticos, la inestabilidad emocional no se vinculó con el riesgo de síndrome de fatiga crónica, lo que indicaba factores genéticos similares que subyacían a ambos trastornos.

Según los autores, en contraste con el estrés, la asociación entre inestabilidad emocional y fatiga es más propensa a ser endógena. Los investigadores sugieren que existen mecanismos biológicos que median la relación entre la inestabilidad emocional y la fatiga crónica y señalan que los genes implicados podrían encontrarse entre aquellos asociados a la neurotransmisión, a los que ya se ha apuntado en temas como la depresión y la inestabilidad emocional.