Crítica de Trash, ladrones de esperanza: Héroes de basura y barro

Trash: Ladrones de esperanza
Foto: UNIVERSAL
Actualizado: viernes, 28 noviembre 2014 18:36

MADRID, 28 Nov. (EUROPA PRESS - Israel Arias)

   Más allá de la fascinación que siempre genera entre nosotros, aburguesado público occidental, ver cómo hay quien sobrevive sin las condiciones básicas que puedan sustentar una existencia digna y sin embargo atesoran en sus actos más dignidad de la que jamás veremos en la vida real, Trash: Ladrones de esperanza es una cinta que tiene mucho más que ofrecer. Una película entretenida, trepidante y con alma.

   Al acercarnos a lo nuevo de Stephen Daldry (The Reader, Las horas, Billy Elliot) las comparaciones con la vistosa Slumdog Millionaire y la desgarradora Ciudad de Dios son inevitables. Pero Trash no es ni tan milagrosa como la multioscarizada cinta de Danny Boyle, ni tan cruda como la imponente película de Fernando Meirelles.

   Daldry conjuga hábilmente entrenimiento y crítica social para servirnos dos horas de buen cine que desembocan en un final excesivamente edulcorado.

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   Ese puede ser el gran 'pero' de Trash, una cinta que, cierto es, no tiene el empaque de los tres grandes trabajos de Daldry -los tres títulos antes mencionados- pero sí que supera, y con mucho, su anterior cinta: Tan fuerte, tan cerca, aquel drama manipulador con el que intentó cazar el Oscar violando nuestros lacrimales.

TRES MENINOS DA RUA

   Trash es la historia de Rafael, Gardo y Rato, tres chicos de las favelas de Río que trabajan recogiendo basura. Un día encuentran una cartera y deciden quedársela, hasta que descubren la importancia de lo que contiene.

   Entonces, y simplemente movidos por la máxima tan en desuso de 'hacer lo correcto', los tres emprenden una carrera hacia la verdad donde se las tendrán que ver con la corrupta policía y en la que contarán con la ayuda del padre Juilliard (Martin Sheen) y  Olivia, una cooperante intepretada por Rooney Mara.

   Una película de aventuras, sobre la corrupción y la pobreza, conmovedora pero sobre todo enérgica que cuenta con una primera hora trepidante. El ritmo es la nota predominante en el guión que firma (pásmense) Richard Curtis. El escritor y director de cintas como Love Actually o la más reciente Una cuestión de tiempo, cambia de tercio pero conserva trazas de su esencia para llevar a la gran pantalla esta historia basada en la novela de Andy Mulligan.

   Pero los grandes héroes de Trash, de su historia y de su entidad como película, son Rickson Tevez (Rafael), Eduardo Luis (Gardo) y Gabriel Weinstein (Rato). Mara y Sheen sirven para poner su nombre en grande en los carteles, pero son estos tres actores no profesionales quienes, con su frescura y verdad, elevan la película un par de escalones por encima lo que le correspondería, teniendo en consideración otras variables como su historia o, sobre todo, su desenlace.

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   Ellos, los tres héroes salidos de las favelas, criados entre basura y barro, son el alma de Trash, una fábula hábilmente armada y endiabladamente entretenida. Un viaje al corazón de la miseria y a la esencia de la dignidad humana que merece muy mucho la pena.