Un experto lamenta que la arquitectura moderna se está confundiendo con "lo llamativo" y el "exceso de singularidad"

Actualizado: martes, 1 agosto 2006 21:41


SANTANDER, 1 Ago. (EUROPA PRESS) -

El arquitecto Javier Bardón advirtió hoy en Santander de que "se está empezando a confundir la arquitectura moderna con la arquitectura llamativa" y señaló que peca de un "exceso de singularidad", algo que "es un grave peligro" ya que se corre el riesgo de que la edificación se convierta "en algo repetido y en una especie de salón de gritos donde la cuestión es quién grita más alto".

En declaraciones a Europa Press, Bardón, quien dirige un curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) sobre 'Arquitectura moderna en cascos históricos', alertó así de que en arquitectura, como en otros campos, se está produciendo una "banalización de la opinión" y "se está vendiendo a la opinión pública" como "arquitectura de calidad" construcciones "absolutamente agresivas" o "con un exceso de singularidad".

Como ejemplo, se refirió, por tratarse de un caso emblemático y que "todo el mundo tiene en la mente", al edificio que alberga el Museo Guggenheim de Bilbao, que pese a que ha implicado "otros beneficios" (de dinamización turística y de "difusión" de la ciudad), puede tener "un efecto rebote" y "producir ciertos daños".

"Ese exceso de singularidad tiene sentido cuando es precisamente eso, singular, pero en la medida que la singularidad empieza a repetirse pierde su razón de ser para convertirse en algo repetido y en una especie de salón de gritos donde la cuestión es quién grita más alto", señaló el arquitecto.

Como contrapartida, defendió la "arquitectura más silenciosa", "discreta" y "tranquila" que, según aseveró, a la vez tiene "una doble lectura" aunque "a lo mejor, precisamente su calidad la hace pasar desapercibida" al ciudadano "medio" que en ocasiones "ni entra en ella".

HAY HERRAMIENTAS

En cualquier caso, a su juicio, la arquitectura sí dispone de "herramientas" para "dar respuesta" a estos problemas y, en este sentido, abogó por "extender" la calidad a la totalidad de las instalaciones construidas en la ciudad.

De este modo, consideró que "debe haber una intervención" de las administraciones públicas "de control" y "de freno", aunque reconoció que eso "no es nada fácil". En este sentido, aseguró que los poderes públicos sí ejercen esta función "adecuadamente", pero "en la medida que ellos pueden actuar".

Explicó en relación con esta idea que las administraciones públicas sí actúan "en los edificios que ellas promueven", pero "el gran problema" se centra en "qué ocurre cuando el organismo convocante de la edificación no es la administración pública", sino la iniciativa privada, un asunto que en su opinión "no está suficientemente controlado".

Para atajar esta situación, abogó por "buscar unos medios de implicación mayor" de la administración pública en la promoción privada dado que, según comentó, la normativa actual "no es suficiente" ni "es capaz de poner freno", por sí sola, "a la mala calidad de la arquitectura privada en general".