MADRID, 6 May. (EUROPA PRESS) -
El Real Madrid, tras sumar, más por orgullo, casta y mayor efectividad que por buen juego, tres victorias en las últimas jornadas que le han catapultado de nuevo a la segunda plaza, confía en sumar mañana un nuevo triunfo ante el Villarreal, en el partido que supondrá el adiós de Zidane en el Bernabéu.
Los blancos, que han sumado tres victorias consecutivas, esperan que la seguidilla llegue a cinco y le otorgue la ansiada clasificación directa, una vez que el Valencia le volvió a permitir depender de sí mismo con su tropiezo, precisamente, también en Mallorca.
El partido de mañana será sin duda también uno de los más emotivos de los últimos tiempos, ya que será el último de Zidane antes de su retirada tras el Mundial y se espera una gran despedida por parte de la parroquia blanca, que ya piensa en el nuevo proyecto tras las elecciones.
Junto a Zidane, se espera el regreso de Baptista, Cassano y Casillas. Los dos primeros recuperados de sus respectivas lesiones, el brasileño con un esguince de tobillo y el italiano con una gripe, y el portero tras haber cumplido la pertinente sanción.
Por su parte, el Villarreal se presenta en el Santiago Bernabéu con un doble objetivo, por un lado ganar para acercarse a la clasificación para la disputa de la Copa Intertoto la próxima temporada y por otro acabar con la estadística que dice que nunca ha vencido en el feudo madridista.
El equipo que entrena Manuel Pellegrini intenta acabar la temporada con un buen sabor de boca y se aferra a la única esperanza que le queda que es la Intertoto. Forlán tratará de reivindicarse en el Bernabéu después de los pitos de un sector de la afición amarilla en el partido contra el Málaga.
