El Real Madrid sella su pase a octavos de la Champions tras ganar al Steaua de Bucarest

Actualizado: miércoles, 1 noviembre 2006 23:57


MADRID, 1 Nov. (EUROPA PRESS) -

El Real Madrid solventó su clasificación para la fase de eliminatorias de la Liga de Campeones después de superar con agobios al Steaua de Bucarest (1-0), quien se fabricó el gol de la victoria de los blancos consecuencia de un error garrafal de Nicolita en una cesión a su portero, aunque exhibió de nuevo una pobre versión futbolística, sólo solventada en la segunda mitad con los arranques de Robinho y su mayor impulso anímico.

Capello, fiel a su receta desde el principio, dejando a Ronaldo en el banquillo, sí varió a tiempo el rumbo que tomaba el partido retirando a Diarra y ofreciendo galones a Beckham, y el Real Madrid pudo enderezar un partido que se le complicó fruto de su mal juego y apatía en la primera mitad.

Los blancos volvieron a ser productivos y ya suman nueve puntos, suficientes para estar en octavos y pensar que el primer puesto todavía es posible ante el Lyon, aunque previamente deberán mejorar sustancialmente sus prestaciones ofensivas para oponerse a la máquina gala.

El equipo blanco no ofreció ningún argumento ofensivo en la primera mitad. Sólo Guti proporciona sentido real al juego madridista. Emerson cumple en cierta medida su rol defensivo, pero Diarra se aleja cada vez más del jugador que prometió ser a su llegada. El de Malí encuentra serias dificultades para desplazar el esférico, no entra en la dinámica del juego y tampoco, lo más preocupante, refleja personalidad en la medular.

El Real Madrid ni siquiera se movió a impulsos porque nunca encontró asociación entre sus jugadores. Robinho sólo apareció en contadas ocasiones y pecó de imprecisión e insolidaridad con sus compañeros. Con tan pobre bagaje y ante la animosa hinchada rumana, el Steaua creció en el partido. Consciente de que sus posibilidades de clasificación eran ya escasas sí se atrevió a amargar la noche europea a Casillas.

El Steaua tuvo presencia en los dominios del meta madridista por medio de Dica y Badea, sus dos jugadores más adelantados, aunque sin llegar a intimidar lo suficiente porque el partido estaba cayendo en un ritmo anodino. Era otra versión europea, diferente a la intensidad con la que disfrutó el Camp Nou con el Barça-Chelsea.

Era, eso sí, uno de los escenarios preferidos de Capello, con su equipo arrugado, pero sin sufrimientos en defensa y esperando la definición de alguno de sus jugadores. El plan estuvo a punto de cumplirse cuando Van Nistelrooy, al filo del descanso, remató con la rodilla un centro de Diarra, pero Cernea lució destreza para despejar el balón. Ni siquiera el rebote en el que participaron el propio delantero holandés y Robinho quiso entrar en las mallas del cuadro rumano.

CAPELLO ABANDONA EL DOBLE PIVOTE DEFENSIVO

La decadencia en el juego local hizo reaccionar a Capello, quien, por fin, movió su doble pivote. Beckham sustituyó a Diarra, totalmente insignificante, y el equipo recobró bríos. Su fútbol no le alcanzaba para doblegar al Steaua, una mala noticia, pero entonces recurrió al empeño para cercar la portería de los rumanos. Helguera acarició el tanto en boca de gol, pero no le acompañó la fortuna de Tarragona.

El Real Madrid apretó lo suficiente para acongojar al Steaua, que se echó atrás definitivamente. El partido parecía abocado al gol de los blancos aunque éste llegó de manera fortuita, en un error de bulto de Nicolita que cedió a su portero cuando éste estaba fuera de su portería.

El conjunto madridista encontró el premio deseado aunque el camino y la definición no fueran del agrado de un público que ovacionó la salida de Ronaldo y lamentó el error de Van Nistelrooy desde los once metros que hubiera sentenciado definitivamente el partido a falta de un cuarto de hora.