Actualizado 17/12/2013 22:10

Ocho bebés prematuros sobreviven a duras penas en la capilla del único hospital en pie en Tacloban (Filipinas)

El director del centro teme que los recién nacidos puedan contraer infecciones hospitalarias

TACLOBAN (FILIPINAS), 13 Nov. (Reuters/EP) -

En la capilla del único hospital en funcionamiento en la ciudad de Tacloban, una de las más afectadas por el supertifón 'Yolanda', siete bebés prematuros sobreviven a duras penas en medio de un intenso calor bajo la ansiosa mirada de sus madres y una estatua de madera de Jerucristo.

El octavo, nacido dos días después de que el viernes pasado el tifón arrasara el centro de Filipinas, se mantiene con vida gracias a que su agotada abuela le hace llegar el aire con sus propias manos a sus débiles pulmones. De los ocho, solo uno, con la cara amoratada por haber nacido gracias a un forceps, está lo suficientemente fuerte como para llorar.

Los otros permanecen prácticamente sin moverse mientras luchan por sobrevivir en un hospital sin electricidad, agua potable y que se está quedando sin los suministros médicos básicos.

Esta sigue siendo la única opción médica en Tacloban para la mayoría de los supervivientes del tifón, que destruyó todos los hospitales salvo dos de la ciudad, uno de ellos privado.

"Nuestros problemas inmediatos son inmensos", ha declarado el doctor Alberto de Leon, el directo del hospital, el Centro Médico Regional de las Bisayas Orientales, precisando que él mismo estuvo a punto de morir por la subida del océano que trajo consigo el tifón.

Como buena parte de la población de Tacloban, una ciudad de 220.000, el director no estaba preparado para la llegada de una ola gigante que arrasó la ciudad, pero logró salvar la vida aferrándose a un frigorífico.

En la entrada del hospital, cerca de una señal que pide que los cadáveres sean llevados directamente a la morgue, las necesidades más urgentes están enumeradas en una señal improvisada: un generador, agua potable, oxígeno, gas para cocinar, medicinas y mano de obra.

Un único generador de gasolina es la única fuente de electricidad, lo que deja a los pacientes sudando en los oscuros pasillos a la espera de tratamiento por las heridas sufridas. Eso también significa que no hay ningún modo de evitar la descomposición de los 18 cadáveres que se almacenan en la morgue.

INFECCIONES HOSPITALARIAS

"Me preocupa que los recién nacidos contraigan infecciones hospitalarias", ha explicado Leon. "Los cadáveres en la parte posterior podrían ser una fuente" de contagio, ha precisado.

Muchos de los 80 bebés nacidos desde el tifón lo hicieron de forma prematura, ya que sus madres se pusieron de parto con antelación como consecuencia del trauma del viernes pasado. En la capilla, una maraña de goteos intravenosos y oxígeno ha quedado instalada entre los bancos para mantener a los bebés con vida, pero se están agotando los medicamentos básicos, han advertido las enfermeras.

Nanette Salutan, de 40 años, se puso de parto antes de tiempo horas después de que el tifón arrancara el tejado de su casa en una pequeña localidad próxima a Tacloban. A continuación, tuvo que hacer un viaje de dos horas en moto hasta el hospital, sorteando árboles caídos y postes eléctricos, antes de dar a luz con la luz de un flash a primera hora del sábado.

Mary Jane Tevez, de 16 años, y su marido consiguieron escapar de su casa antes de que se viniera abajo el viernes, pero quedaron atrapados por la de su vecino. La mujer comenzó a sentir dolores inmediatamente y finalmente su hijo, al que han llamado Yolando, nació a primera hora del sábado.

El padre, Meller Balabog, ha explicado que han escogido ese nombre "porque no queremos olvidar lo que tuvimos que sufrir y porque conseguimos traer otra vida al mundo".

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