Actualizado 28/02/2008 16:19

Perú.- Los damnificados por el terremoto construyen sus casas a la espera de las ayudas del Gobierno

SAN ANTONIO DE SALAS (CHINCHA), 28 Feb. (De la corresponsal de EUROPA PRESS en Perú, Ana Basanta) -

Las familias afectadas por el terremoto que sacudió el 15 de agosto la región peruana de Chincha, al sur de Lima, construyen sin recursos sus viviendas a la espera de las ayudas del Gobierno de Alan García, que seis meses después del sismo ultima un censo de damnificados para otorgar los prometidos 6.000 soles (unos 1.500 euros) por casa derrumbada.

San Antonio de Salas es un poblado de unas 200 familias y 1.000 habitantes. La mayoría de ellos duerme en reducidas carpas de plástico en las que descansan juntos padres e hijos, pero es una de las zonas más afortunadas porque progresivamente recibe material para construir las viviendas.

La ONG española Esperanza Sin Fronteras (ESF), con sede en Valencia, llegó tres días después de la tragedia y se interesó por las comunidades rurales alejadas de las principales ciudades, Pisco y Chincha, donde comercios y casas se reconstruyeron con más celeridad.

El objetivo de la organización es construir viviendas con "material noble", el ladrillo, y mejores cimientos para hacer casas sismoresistentes. Para ello cuenta inicialmente con 60.000 euros donados por el Ayuntamiento de Santa Marta de Tormes (Salamanca) y con 5.000 euros de la propia ESF.

EL CASO DE SAN ANTONIO DE SALAS.

Por el momento, hay prometidas 150 viviendas en Salas, de las que ya se han inaugurado más de 40. No todas disponen de agua corriente y baño, pero tienen paredes y techos. A la fiesta de inauguración de las últimas 20 casas, el pasado 27 de enero, acudió el presidente de ESF, Fernando Darder, que prometió la llegada de más ladrillos para el resto de vecinos.

Las casas antiguas eran de adobe y por eso no resistieron los temblores. Ahora, explicó Darder, ESF quiere obsequiarles con "una casa para toda la vida". Remarcó que aunque algunas ayudas se demoren, en algunos poblados cercanos "no hay nada de nada", por lo que es necesario "una buena organización" a la hora de otorgar el material para que las familias beneficiadas cumplan con los plazos previstos de construcción.

ESF se encargó durante los primeros meses, hasta diciembre, de entregarles comida y ropa, así como de proporcionarles cuidados médicos y de cortes de pelo, ante las plagas de piojos. Solventados esos problemas, la prioridad ahora son los hogares.

El caso de Salas es uno de los más exitosos, por eso los alcaldes de la zona entregaron a ESF una placa de reconocimiento y se reunieron con el equipo permanente de la ONG con el objetivo de ampliar la experiencia a otros municipios.

Mientras en San Antonio de Salas algunas familias recuperan poco a poco la normalidad y recolocan sofás, mesas, sillas y armarios que salvaron del terremoto, las televisiones locales se hacen eco de las quejas de miles de ciudadanos que poco han evolucionado desde agosto.

Algunos protestan porque no tienen los documentos que acreditan que tenían una casa, otros porque no reciben ayudas y muy pocos son los que afirman que han recibido un anticipo para construir sus viviendas, que cuestan alrededor de 15.000 soles (unos 3.850 euros).

PRIMERO, LA ESCUELA.

Salas está dividido en nueve sectores. Uno de los que más ha avanzado es el de Los Rosales, donde también se encuentra la escuela de Infantil y Primaria. Precisamente este espacio fue el que primero edificó ESF, debido a la petición de los padres y al hecho de que era necesario un lugar seguro para los más pequeños, ya que estaban rodeados de cemento, ladrillo, escombros y polvo.

La escuela ya dispone de aulas, baños, luz y agua, además de un patio con jardín que también se utiliza para reuniones y otro tipo de eventos. El 28 de enero tuvo lugar la fiesta de promoción de los 13 alumnos de sexto de Primaria, un acontecimiento celebrado por todo lo alto en el país que sirvió simbólicamente para devolver la cotidianidad al poblado.

Si bien los vecinos no reciben ayuda gubernamental para construir las casas, sí obtienen regularmente paquetes de comida con galletas, arroz, frijoles y otros alimentos de primera necesidad, tanto del Gobierno como de diversas organizaciones humanitarias y religiosas.

LA OLLA COMÚN.

Tras el caos de agosto y septiembre, cuando escaseaban los insumos y los comercios duplicaron los precios, ahora algunos vecinos de Salas comentan que están mejor alimentados que seis meses antes del terremoto.

Las mujeres se organizan en la olla común de lunes a viernes y allí cocinan por grupos para todo su sector. Consumen lentejas, arroz, papas sancochadas, ají de gallina y carapulcra, uno de los platos peruanos más conocidos y más laborioso preparado a base de papas, carne y especias.

Son ellas las que más anhelan tener acabadas sus casas, con su cocina y sus estanterías, porque son ellas quienes realizan las labores domésticas. Sortean bolsas de ropa, juguetes y artículos varios para lavar la ropa, bañar a los pequeños y limpiar su espacio para evitar las plagas de ratas, moscas y zancudos.

En estas circunstancias, como si de un pueblo en construcción se tratara, las paredes siguen levantándose en Salas, las familias colocan puertas y ventanas y trabajan con el objetivo de finalizar las obras a finales de este año.