Actualizado 05/05/2010 15:35

AMPL.- El Supremo confirma la condena a 26 años de cárcel para el asesino de Carlos Palomino

MADRID, 5 May. (EUROPA PRESS) -

El Tribunal Supremo ha confirmado la condena a 26 años de prisión impuesta por la Audiencia Provincial de Madrid a Josué Estébanez como autor de la puñalada mortal que acabó el 11 de noviembre de 2007 con la vida del menor antifascista Carlos Palomino en el Metro de Madrid, cuando se dirigía a reventar una manifestación convocada por las Juventudes de Democracia Nacional.

En una sentencia hecha pública hoy, el Alto Tribunal desestima el recurso de casación interpuesto por la defensa de Estébanez contra la sentencia condenatoria dictada en octubre de 2009. La resolución le condenó por un delito de asesinato con la agravante de motivos ideológicos y por tentativa de homicidio, absolviéndole de tenencia ilícita de armas y de amenazas.

Los magistrados de la Audiencia de Madrid justificaron la agravante en la estética neonazi que lucía el acusado el día de los hechos, captada por las cámaras de videovigilancia del Metro de Madrid, y las frases proferidas contra sus rivales, como "Sieg Heil", empleada en eventos políticos en la Alemania del Tercer Reich.

ATAQUE ALEVOSO

El Alto Tribunal concluye que "el ataque a Carlos Palomino fue alevoso, en la modalidad de agresión súbita, sorpresiva, repentina e imprevista". Desde que entró en el tren, señala el fallo, su verdadero propósito era "agredir a cualquiera de ellos con el menor pretexto por su enfrentada divergencia de pensamiento".

Así, rechaza la alegada arbitrariedad de la valoración de las pruebas, puesto que subraya que todo el desarrollo de los hechos, desde que el acusado viaja en el metro antes de llegar a la estación de Legazpi, "está valorado por un sin fin de pruebas de confesión y testificales directas y periciales que la sentencia va reseñando a medida que relata los hechos".

Añade que la valoración de estas pruebas "en modo alguno puede tacharse de arbitraria a la vista del contenido objetivo de cada elemento probatorio". "La cuchillada asestada por el acusado a Carlos Palomino está reconocida por prueba de confesión y prueba de testigos directos", reseña el fallo.

Además, recalca que el apuñalamiento de las dos víctimas principales estuvo impulsado por un 'animus necandi' o dolo directo de matar de primer grado, ejecutándose "las acciones con la voluntad específica de quitar la vida". La Sala asegura que se trata de "un juicio de inferencia plenamente justificado por la mecánica comisiva y el cúmulo de elementos indiciarios anteriores, coetáneos y posteriores a esas agresiones".

SITUACIÓN CONTROLADA

La Fiscalía de Madrid solicitaba 30 años de cárcel por el delito de asesinato, con la agravante de odio ideológico. Según la fiscal, Josué Estébanez "controló la situación" puesto que preparó y ocultó tras su espalda el arma homicida antes de que el grupo de Palomino entrara en el vagón de metro donde se cometieron los hechos.

En la sentencia, la Sala rechazó que Josué actuara en legítima defensa y concluye que "la muerte de Carlos fue consecuencia directa de la agresión del acusado, realizada de forma plenamente voluntaria y con la consciencia, no sólo probable, sino absoluta de acabar con su vida". Añade que Josué ocultó la navaja cuando se encontraba en el interior del metro, "a la espera de atacar con cualquier excusa a cualesquiera de las personas que por su estética consideraba "antifascistas".

La Audiencia consideró probado que el 11 de noviembre de 2007, Josué se dirigió en metro a la estación de Usera, para asistir a la manifestación convocada con el lema 'contra el racismo anti-español' por Democracia Nacional, partido vinculado a la extrema derecha, ideología que compartía el acusado, quien portaba una navaja monofilo de, al menos, siete centímetros de hoja, y un puño americano.

Al llegar a la estación de Legazpi, el acusado observó que en el andén se encontraba un grupo superior a cien de jóvenes, que identificó como antifascistas por su apariencia externa. El grupo iba a boicotear la manifestación de Democracia Nacional.

Antes de que el tren se detuviese, sacó su navaja al tiempo que bostezaba, yendo tranquilamente a situarse junto a una de las puertas del vagón, ocultando la navaja abierta y con la hoja hacia arriba en la cara posterior del antebrazo, esperando a que entrasen algunos de los citados jóvenes para agredir a cualquiera de ellos con el menor pretexto por su enfrentada divergencia de pensamiento.

Entre los jóvenes, se encontraba Palomino, quien al acceder al vagón y percatarse que la estética de Josué se correspondía con la de un skin neonazi, le preguntó sobre su sudadera en la que visiblemente figuraba: "Three-Stroke", marca que habitualmente usan personas de dicha ideología, a la vez que se la tocaba.

De repente, el acusado le asestó una fuerte puñalada en el tórax, entre el tercer y cuarto espacio intercostal izquierdo, con trayectoria de arriba-abajo, que penetró unos siete centímetros alcanzando el ventrículo izquierdo del corazón, y que le produjo la muerte poco después por un shock hipovolémico.

"SIEG HEIL"

En vez de huir aprovechando la confusión generada, José se quedó en el interior del vagón que fue desalojado por sus oponentes ideológicos ante el temor de ser agredidos, recorriendo el mismo de un lado a otro blandiendo la navaja y profiriendo contra ellos frases como "guarros de mierda, os voy a matar a todos" y "Sieg Heil".

Esta última frase es de origen alemán y puede traducirse como: 'salve/viva (la) victoria'. La misma era empleada frecuentemente en eventos políticos en la Alemania del Tercer Reich; y efectuando el saludo de las fuerzas de dicha época conocidas como las SS, consistente en extender levantados, al menos hasta la altura del hombro, el brazo y la mano derechos hacia el frente.

En su declaración, Josué reconoció que apuñaló a Palomino en legítima defensa, al verse acorralado por el grupo que acompañaba al fallecido. Sin embargo, los testigos certificaron que el asesino llevaba preparada su arma antes de que ellos entraran en el vagón estacionado en la parada de metro de Legazpi.

"Me siento arrepentido. Yo no quería quitarle la vida a nadie. Me entró mucho miedo y no supe reaccionar", confesó el acusado el último día de la vista oral, quien lamentó que "tenía una vida ya hecha". "No supe como reaccionar. Lo siento mucho", añadió Josué, haciendo uso de su derecho a la última palabra en el juicio.