Actualizado 09/04/2010 16:21

Dos universidades catalanas crean un sistema de refrigeración más ecológico, eficiente y económico


BARCELONA, 9 Abr. (EUROPA PRESS) -

Dos equipos del Barcelona Knowledge Campus, uno de la Universitat de Barcelona (UB) y otro de la Universitat Politécnica de Catalunya (UPC), han desarrollado un nuevo sistema de refrigeración más ecológico, eficiente y económico, basado en la aplicación de la presión hidrostática en un material sólido.

El estudio, publicado en la revista científica 'Nature Materials', está basado en el uso de un nuevo material sólido que presenta un efecto calórico cuando se le aplica una presión hidrostática --efecto barocalórico en estado sólido--, lo que permite el enfriamiento tras la absorción del calor.

Esta aplicación hidrostática, sistema único en el estado español que ha diseñado la UPC, se aplica sobre un aliado de níquel, manganeso e indio, que da resultados comparables con materiales magnetocalóricos y no dañan la atmósfera, a diferencia de los sistemas de refrigeración actuales, que usan gases nocivos.

Según el catedrático del Departamento de Estructura y Constituyentes de la Materia de la UB e investigador principal del estudio, Lluís Mañosa, el objetivo del proyecto es encontrar "materiales más eficientes, económicos, ecológicos y respetuosos con el medio ambiente".

Por su parte, el catedrático del mismo departamento de la UB, Antoni Planes, aseguró que con este descubrimiento se pueden conseguir cambios de temperatura grandes mediante cambios de presión moderados, lo que permitirá una buena implementación en sistemas de refrigeración doméstica.

Para realizar este experimento se ha usado el sistema de alta presión diseñado por la UPC para medir las temperaturas de cambios de estado, en función de la presión y el calor durante el proceso. "La exploración de estos cambios mediante la presión otorga un gran abanico de posibilidades en muchos campos", apostilló la investigadora del mismo departamento de la UPC y coautora del trabajo, Maria Barrio.

El estudio está impulsado por el protocolo de Kyoto y se ha realizado con la colaboración del equipo de la Universidad de Duisburg-Essen (Alemania).