Las mujeres desempeñan el rol de cuidadoras en más de ocho de cada diez hogares gallegos

Una mujer cuidando a una persona mayor dependiente
Una mujer cuidando a una persona mayor dependiente - PIXABAY / SABINEVANERP - Archivo
Actualizado: domingo, 1 marzo 2020 16:58

   Incluso cuando el hombre se implica en los cuidados "desarrolla otras funciones" diferentes a las de la mujer

   SANTIAGO DE COMPOSTELA, 1 Mar. (EUROPA PRESS) -

   El cuidado de familiares mayores, de personas dependientes y de los hijos recae en las mujeres en más del 80 por ciento de los casos, según ha confirmado a Europa Press la doctora en psicología Vanessa Blanco, lo que significa que "la división sexual del trabajo prevalece" en la sociedad española y gallega actual.

   La realidad es tozuda y si bien los progresos en términos de igualdad que ha conseguido el movimiento feminista son palpables en muchos ámbitos de la vida diaria de las mujeres, existe un escalón que no se ha logrado vencer: el rol de los cuidados sigue correspondiéndoles a ellas. Se trata de un rol impuesto histórica y socialmente que las mujeres desempeñan de forma vitalicia, no remunerada y continua.

   Muchas veces esta "carga" se disfraza en Galicia de lo que se conoce como "matriarcado", explica la trabajadora social y educadora social Lía Paz en declaraciones a Europa Press. Este concepto se refiere a la idea de la mujer, sobre todo del rural, "que manda en su casa" y es la que "tiene el control" de su círculo más cercano.

   Sin embargo, el supuesto liderazgo y mandato que ejercen las mujeres significa en realidad que sobre ellas caiga uno de los pesos menos evidentes y más fundamentales de la vida familiar, los cuidados. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), las mujeres se encargan del cuidado de sus hijos en el 82% de los hogares y Vanessa Blanco añade, en este sentido, que ellas también se responsabilizan del cuidado de personas dependientes (mayores y/o con discapacidad) en el 84% de los casos.

   Ante estos datos, surge la duda de si realmente se han superado los patrones que históricamente han supeditado a la mujer a cumplir una función concreta en la vida familiar que le impide desarrollarse personal, económica y socialmente en las mismas condiciones que un hombre.

LA DIVISIÓN SEXUAL DEL TRABAJO

   Las conversaciones cotidianas entre dos madres trabajadoras con varios hijos a su cargo son, muchas veces, tan reveladoras como las estadísticas. Mientras "la profesora de la guardería le dice al padre que todo ha ido fenomenal", con la madre surgen más preguntas. Esto no deja de contribuir a lo que filósofos del siglo XIX y profesionales del XXI definen como la división sexual del trabajo, es decir, la atribución de labores concretas y diferentes a los hombres y a las mujeres por razón de su sexo.

   Un pequeño análisis por los datos que vierten los estudios del CIS evidencian esta tendencia. El 57,2% de lo españoles considera que tanto el hombre como la mujer son responsables de cuidar a un familiar y que en caso de que uno de ellos tenga que renunciar a su trabajo para quedarse en casa lo hará el que menos gane o sufra más precariedad.

   No obstante, en caso de que ambos se encuentren en las mismas condiciones de trabajo, el 52,3% de los entrevistados cree que es la mujer la que debe renunciar a su puesto de trabajo o reducir su jornada y solo el 39,5% creen que deben mantener las mismas condiciones en cualquier contexto.

   Así, el estudio revela que la mayoría de los españoles creen que los padres tienen la función principal de conseguir recursos económicos para la familia, encargarse de su educación y los valores de sus hijos; mientras que el papel de las madres pasa por dedicar tiempo a sus hijos, encargarse de su educación y de sus necesidades básicas.

   En lo que respecta a los cuidados de dependientes, Vanessa Blanco confirma que "incluso en este ámbito" el rol de cuidados es "desigual". "Las mujeres se hacen cargo de las tareas domésticas, de los cuidados básicos y del apoyo emocional", mientras que los hombres "se dedican al acompañamiento, la vigilancia, las movilizaciones y a la realización de gestiones".

   En el fondo, aun cuando los hombres se dedican a cuidar no lo hacen de la misma forma que ellas y esto responde "a cómo se distribuyen los roles entre hombres y mujeres", explica Blanco.

CONSECUENCIAS "DEVASTADORAS"

   Las consecuencias pueden llegar a ser "devastadoras" para las cuidadoras. De hecho, uno de los efectos más comunes es sufrir el síndrome 'burnout' (estar quemado), es decir, las personas afectadas "pasan a un estado mental de agotamiento, debido al estrés que provoca su labor", lo que directamente repercute en el ámbito "físico y emocional" de forma "muy fuerte", explica Lía Paz.

   Vanessa Blanco asegura que la mitad de las mujeres cuidadoras sufren depresión y que un tercio de los hombres que cuidan también lo hacen. Esto se debe a que el rol cuidador puede provocar efectos en el ámbito social (reducción de interacción con otras personas, disminución del tiempo dedicado al autocuidado); familiar (problema en las relaciones familiares); económico (las mujeres sufren mayor abandono profesional) y en la salud tanto física como mental.

   "Las mujeres cuidadoras tienen casi el doble de problemas de salud que los hombres cuidadores", precisa Blanco. En el caso de ellas, sufren "más agotamiento físico", mayores "niveles de sobrecarga y menor bienestar o autoeficacia", añade.

   El síndrome burnout se evalúa en una persona a través de sus respuestas a 22 afirmaciones que se le plantean. Una de ellas dice: 'En realidad no me preocupa tanto lo que pueda ocurrirle a mi familiar'. Esta afirmación, lejos de dar respuestas, sugiere una pregunta: ¿Hasta que punto llega el hartazgo de la persona cuidadora?

   Al respecto, la psicóloga Blanco explica que "hay personas que cuidan en torno a 16 horas diarias, el doble de una jornada laboral de trabajo remunerado" y que lo hacen "por muchos años, más allá de 12", por lo que el "impacto en la vida es devastador".

   Sí es cierto que "muchas personas cuidadoras se sienten orgullosas de la labor que realizan porque es fundamental a nivel social y tiene relevancia a nivel de realización personal", sin embargo en más de "la mitad de ellas" causa "sintomatologías a nivel emocional y cuadros depresivos", aclara Blanco.

RESPUESTA SOCIAL Y ADMINISTRATIVA

   Más de 2.000 años no han sido suficientes para cambiar la concepción de la mujer y empezar a comprenderla como un ser individual sin más fin ni objetivo que si misma, sin una estigmatización previa sobre cuál es el papel debe ocupar en el mundo.

   El rol cuidador corresponde a ambos y responder a esta "necesidad social", cada vez más presente debido al envejecimiento poblacional, a la baja natalidad y a la incorporación de la mujer al mercado laboral, también es "tarea" de las "políticas de salud pública y protección social" de los gobiernos.

   La psicóloga Blanco sostiene que "en 2066 la población de más de 65 representará un tercio del total" y esto pasa a ser una "preocupación internacional" que "pone en jaque" a la gestión pública.

   La incorporación del hombre a los cuidados, sobre todo de personas dependientes, no se da "por un cambio de mentalidad", sino por "cómo está evolucionando" la pirámide demográfica. La Administración pública no puede valerse de las mujeres para desarrollar esa función de cuidados que corresponde al sistema de salud.

EL CAMINO QUE QUEDA POR RECORRER

   "Promover el envejecimiento activo para vivir más años en buenas condiciones o mejorar la calidad de vida de las personas mayores" es el "desafío" de las políticas públicas que "de mantener el modelo actual" se verá "desbordado", según concluye Blanco.

   A la vista de estos hechos, el empoderamiento femenino aún tiene camino que recorrer por todas esas cabezas que creen firmemente que solo la mujer debe cuidar de sus hijos, que ella tiene que renunciar a una vida para cargar con responsabilidades impuestas por el imaginario colectivo y que, en ningún caso, responde al objetivo de igualdad y libertad que a día de hoy el feminismo sigue persiguiendo.