Un activista de Pussy Riot acusa a los servicios secretos de Rusia de estar detrás de su envenenamiento

Piotr Verzilov
REUTERS / SERGEI KARPUKHIN
Actualizado: miércoles, 26 septiembre 2018 23:04

BERLÍN, 26 Sep. (Reuters/EP) -

El activista ruso Piotr Verzilov, miembro del grupo Pussy Riot, quien se recupera en Berlín tras una repentina pérdida de visión, audición y capacidad de caminar, ha afirmado este miércoles que cree que fue envenenado por los servicios secretos de Rusia.

"Creo firmemente que los servicios secretos de Rusia están detrás de mi envenenamiento, posiblemente el servicio de Inteligencia militar (GRU)", ha indicado, en declaraciones concedidas al diario alemán 'Bild'.

"El envenenamiento fue llevado de una manera tan profesional que no es posible otra conclusión", ha manifestado. Así, ha señalado que podrían haber probado un nuevo cóctel venenoso contra él.

En este sentido, Verzilov ha explicado que "no fueron necesarios varios días hasta que noté algo, llegó inmediatamente a un punto álgido". "No tengo recuerdos de los días posteriores", ha añadido. "Estoy bien ahora y espero tener el alta lo antes posible", ha puntualizado.

El activista ha desvelado que quería investigar la muerte de tres periodistas rusos en julio en República Centroafricana (RCA) y ha vinculado esto con su envenenamiento.

Médicos que atienden a Verzilov afirmaron la semana pasada que el activista muestra síntomas que encajan de forma "muy probable" con la tesis del envenenamiento.

Los médicos explicaron que el paciente sufre síndrome anticoligérnico, una condición que implica el bloqueo de ciertos neurotransmisores y que puede ser consecuencia del envenenamiento.

Verzilov fue evacuado a Berlín el 15 de septiembre, después de sufrir pérdidas repentinas de visión, oído y capacidad motora, según fuentes de su entorno. Pussy Riot denunció en un primer momento que había sido envenenado, sin señalar a nadie como presunto responsable.

El pasado 15 de julio, Verzilov, de 30 años, saltó junto a otras tres activistas al campo del estadio moscovita donde se jugaba la final del Mundial de fútbol. La protesta les valió 15 días entre rejas y una prohibición de tres años para asistir a eventos deportivos.

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