Crónica Kenia.- ONG advierten de un posible empeoramiento de los refugiados en Kenia por la crisis de Somalia

Actualizado: domingo, 21 junio 2009 13:33

Se espera un nuevo flujo de inmigrantes que podrían incrementar la superpoblación en los campos de la frontera

NAIROBI, 21 Jun. (EUROPA PRESS) -

La ya de por sí crítica situación de los desplazados en Kenia corre el peligro de empeorar con la llegada de decenas de miles refugiados somalíes que huyen a Kenia, donde las instalaciones que les albergan se encuentran ya de por sí saturadas con desplazados, despertando los temores de una nueva crisis de refugiados en el país africano.

El caso más rotundo es el que se da en Dadaab, en el este de Kenia, donde se encuentran cerca de 280.000 refugiados somalíes, el triple de la capacidad estimada de sus tres campos: Dagahaley, Hagadera e Ifo, que juntos componen las instalaciones de refugiados en todo el mundo.

Para empeorar las cosas, el cierre de la frontera entre Somalia y Kenia en enero de 2007 ha hecho muy poco para aliviar la situación. "De media, cerca de 7.000 somalíes han llegado a Kenia este mes", según la directora para el país africano del Comité de Rescate Internacional, Kellie Leeson, en declaraciones recogidas por la agencia de información de Naciones Unidas, IRIN.

Leeson pidió "más tierra disponible en Dadaab para aumentar la extensión del campo" para que sus residentes "puedan vivir en dignidad". Este esfuerzo está siendo llevado a cabo por representantes de la Agencia de Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR). Por su parte, el IRC está aportando los servicios sanitarios imprescindibles en Dadaab, al igual que recursos higiénicos para el campamento de desplazados de Kakuma, en el noroeste de Kenia.

"La elevada población de refugiados ha provocado que sea tremendamente difícil cumplir con los servicios especificados", lamentó Leeson. "El agua, en particular ha supuesto un desafío tremendo, así como la provisión de las letrinas adecuadas".

SUPERPOBLACIÓN

"La superpoblación en Dadaab implica que no se están alcanzando los estándares internacionales de los servicios básicos", según Refugees International. "Faltan unas 36.000 letrinas y la mitad de los refugiados sólo tiene acceso a menos de 13 litros de agua al día", informó la ONG en un informe reciente publicado sobre los refugiados somalíes.

En su documento, la agencia solicitó la reapertura de un centro de acogida para refugiados somalíes, que fue clausurado por las autoridades kenianas en mayo de 2008. Esta medida, afirma el Gobierno, "asegura que los desplazados son registrados e identificados de una forma ordenada y humana" y que, para Kenia "tiene el beneficio añadido de que reduce las amenazas transfronterizas que les puedan perjudicar".

Llegados a este punto, Leeson consideró imprescindible la identificación sanitaria "para evitar igualmente la expansión de las enfermedades en estos campos tan congestionados". Ya el pasado marzo, la ONG pro Derechos Humanos, Human Rights Watch, advertía de que Kenia ya estaba implicada en una "crisis cada vez mayor de refugiados".

Entre agosto de 2008 y finales de febrero de 2009, "cerca de 35.000 nuevos refugiados que han llegado a Dadaab no tienen cobijo y se han visto obligados a dormir a cielo abierto en refugios improvisados que les dan una protección mínima contra el mal tiempo, o bien se encuentran confinados con parientes o extraños que de por sí estaban viviendo muy por debajo de los estándares humanitarios", según HRW.

RELACIONES AMARGADAS

En el plano comunitario, se están empezando a experimentar las primeras tensiones con los ciudadanos kenianos. "La comunidad residente está especialmente afectada con los altos precios y con la sequía", declaró Leeson. En este sentido, tanto el ICR como ACNUR y otros colaboradores han trabajado con las organizaciones locales en un esfuerzo para evitar el incremento de los enfrentamientos entre desplazados y residentes locales.

Pero la comunidad local de Dadaab ya ha planteado las primeras quejas contra la ampliación de estos campamentos, de los que afirman que están causando gravísimos daños a la economía local. En Kakuma, la mayoría de los refugiados son de origen somalí, bien llegados de Dadaab o Nairobi. Su población casi se ha reducido a la mitad desde 2006 debido a la repatriación en masa de la población sudanesa tras el acuerdo de paz de 2005.

"Ahora sólo quedan 42.000 refugiados en el campo, que no pueden regresar a casa, y que dependen completamente del apoyo externo que reciben del exterior", declaró Leeson. "Muchísima gente de Kakuma está a punto de marcharse, pero los refugiados todavía son muchísimos y hay que responder a sus necesidades, que son acuciantes", indicó.

DEPENDENCIA

El Servicio de Refugiados Jesuita (SRJ) señalaba recientemente que "un diez por ciento de los refugiados de Kakuma ha vivido en el campamento desde hace una década, algunos durante más de 15 años, y no tienen ni perspectivas ni esperanza de encontrar una solución duradera", explicaba el informe. Tanto tiempo en un lugar provoca "los correspondientes problemas de dependencia respecto de la comunidad local".

Se trata de una cuestión de percepción. Tanto el SRJ como el resto de las ONG como los Gobiernos contemplan a los refugiados como un problema. Es necesario ir más allá. "Detrás de estos grandes números se encuentran seres humanos como tú y como yo", explica el director del SRJ, Frido Pflueger. "Y todos ellos se hallan desarraigados de sus países, bien por el conflicto, bien por la persecución que han sufrido, bien por la violencia de la que han sido objeto", lamentó.

Leeson, por su parte, concluye que el Gobierno keniano debe aplicar en su totalidad su propio Acta de Refugiados, redactada en 2006. "Sobre el papel, el acta concede derechos a los refugiados, pero nunca termina de estar respaldada por las autoridades, que suelen desconocer tanto su contenido como los derechos que confiere", lamentó.